«El Gobierno, con motivo de las dificultades económicas a las que el país se enfrenta, ha decidido, este año, no organizar un carnaval nacional, sino acompañar varias colectividades que deseen ofrecer a su comunidad fiestas carnavalescas, evaluando los riesgos sanitarios y de seguridad», afirmó el Ministerio de Cultura en un comunicado.
La decisión no afecta a las tradicionales fiestas de carnaval que se celebran en varias capitales de provincias, entre ellas Jacmel, en el sur, que es la fiesta de carnaval más importante del país.
Haití, el país más pobre de América, arrastra tres años de recesión económica, situación que en parte es consecuencia de la inestabilidad política que vive el país.
La actividad económica se ha resentido en parte por las oleadas de protestas que, en varias ocasiones, paralizaron el país durante meses enteros entre 2018 y 2021.
La violencia de las bandas armadas y la ola de secuestros, que se recrudecieron tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en julio pasado, también han repercutido negativamente en la actividad de muchas empresas y han contribuido a hundir el sector del turismo.
Las pandillas, que cortan carreteras y atacan a choferes de camiones, también han causado problemas de abastecimiento de combustible y bienes.
Además, Haití sufrió el pasado agosto el impacto de un potente terremoto que causó una vasta destrucción en toda la región sur del país, donde hay 800.000 personas afectadas.
En este escenario, unos 4,9 millones de personas, el 43 % de la población del país, necesitan de ayuda humanitaria, según cálculos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés).
El terremoto y las tormentas tropicales del año pasado han contribuido a incrementar los problemas en el suministro de alimentos, en un país en el que cuatro de cada diez personas vive en situación de inseguridad alimentaria, y además ha contribuido a disparar la inflación.