El miércoles último, el teléfono celular cumplió 40 años. Peina canas, pero no tantas como las de Martin Cooper, que a los 84 le contó a la nacion cómo el 3 de abril de 1973 se paró en la vereda de la Sexta Avenida, en Nueva York, y ante la presencia de la prensa llamó, desde un teléfono sin cables, a Joel Engel, el hombre que en AT&T competía por lo mismo: construir un teléfono móvil. La verdad es que lo llamó para verduguearlo: le demostraba que el diseño de Motorola (la compañía donde él trabajaba) estaba adelantada a los míticos laboratorios Bell de AT&T. “No le hizo mucha gracia”, recordó Cooper.
Engel quería mejorar los teléfonos para autos, algo que ya existía desde la década del 60. Cooper buscaba crear un teléfono que permitiera hablar con una persona y no -como en el caso del teléfono fijo- con un lugar.
“Durante 100 años, si querías hacer una llamada o recibirla estabas atrapado en el lugar donde estaba el teléfono. Pero cuando tenés un celular llamás a una persona, no un lugar. Es una diferencia enorme. El teléfono celular es personal, le pertenece a un individuo, no importa donde esté”, explicó.
La llamada de Cooper (hecha desde un armatoste que pesaba más de dos kilos y que tenía una autonomía de 20 minutos) disparó una revolución que cambió para siempre la manera en que las sociedades se comunican. Prácticamente todas: hay casi tantas líneas móviles como habitantes en el mundo (aunque mucha gente tiene más de una), según la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Y en el mundo es más común encontrar un celular que un baño limpio (disponible sólo para 4500 millones de personas, según Naciones Unidas).
Aunque la primera llamada se hizo en 1973, pasaron varios años hasta que el servicio estuvo disponible en el mundo: en 1979 en Japón, en 1981 en los países escandinavos (y luego Europa occidental), en 1983 en Estados Unidos, y en 1989 en la Argentina, de la mano de Movicom y un ladrillo y una valija, como se conocía popularmente los dos modelos de equipos que se ofrecían inicialmente en el país.
Los teléfonos originales eran carísimos: 4000 dólares en 1983, que se traducen en unos 10.000 actuales. “No era para cualquiera, claro -declaró Cooper-. Todo el mundo se asombraba cuando lo veía, pero era carísimo. Creíamos que iba a ser popular, pero al principio era poca la gente que podía pagarlo. Los que comenzaron a usarlo enseguida fueron los vendedores inmobiliarios, que entendían las ventajas de estar siempre disponibles y de poder hacer una llamada desde cualquier lado. Pero no a todos les gustaba, un abogado me dijo entonces que jamás usaría un teléfono celular.”
Los primeros móviles eran pesados (el formato más común era una suerte de bolso) y sólo permitían llamadas. El primer SMS se envió en 1992; el primer smartphone moderno es de 1996 (un Nokia Communicator 9000, que ilustraría la tapa de la primera edición del suplemento Informática de la nacion). En 1997 llegó la cámara digital al celular, como un accesorio; en 2000, el primer modelo con pantalla táctil (un Ericsson R380) y en 2001, la pantalla color con el Ericsson T68. En la década siguiente sumó funciones, hardware más poderoso y la posibilidad de sumar aplicaciones de terceros, en Java o con las Palm.
Desde entonces su uso explotó y hoy sobran las encuestas que dicen que la gente lo valora por encima de la billetera, las llaves de su casa, el sexo, la televisión y otras cosas más. Es, para muchos, una extensión de su propio cuerpo, porque es una puerta de entrada a la vida cercana y remota; porque permite estar conectado a una persona que está esperándonos en la puerta o que está al otro lado del mundo, pero a un SMS de distancia. Y hacer videollamadas, ver películas, acceder a una cantidad descomunal de información con un par de toques en una pantalla, y más.
No era, sin embargo, algo que estuviera en los planes de Cooper y su equipo: “En 1973, Internet no existía como tal, no había cámaras digitales, no había GPS -dijo a la nacion-. Lo único que teníamos era una suerte de chiste: en el futuro cuando nacieras te asignarían un número de teléfono, y que el día que te llamaran y no atendieras sabrían que estabas muerto”.
El celular es de los objetos industriales más populares, con modelos como el Nokia 1100, del que se vendieron 200 millones de unidades; hay varios modelos con más de 100 millones en su haber. De hecho, en 2012 se vendieron 1700 millones de teléfonos celulares en todo el mundo: algo más de 3000 por minuto. Hoy se usa para todo: para comunicar las peores y las mejores noticias, y permiten conectarse con el mundo entero desde algo que ocupa apenas la palma de una mano. Y sólo tiene 40 años.
El 3 de abril de 1973 Martin Cooper, que trabajaba para Motorola, hizo la primera llamada utilizando un celular. La prensa estaba presente y su primer interlocutor fue Joel Engel, de los Laboratorios de AT&T, que estaba intentando lo mismo, construir un teléfono móvil. La llamada, previsiblemente, no le cayó nada bien.
En rigor, los teléfonos portátiles ya existían, pero sólo eran modelos para automóviles y pesaban 15 kilos. El de Cooper era un inmenso avance: pesaba dos kilos y empleaba celdas, de allí su nombre.