Con la perspectiva que aportan el paso del tiempo y, sobre todo, los finales felices, resulta comprensible que la cantante Gwen Stefani haya querido hablar abiertamente, y en tono jocoso, sobre la accidentada velada que vivió hace dos años junto a su actual pareja sentimental, el también intérprete Blake Shelton, en medio de la temporada navideña: una cena concebida para que ambos pudieran cultivar su bonito romance pero que al final casi les obliga a llamar a los bomberos.
“Blake puso uno de esos pavos enormes en la parrilla y lo dejó un rato ahí sin supervisión. Cuando volvió para comprobar que ya estaba hecho, nos encontramos todo en llamas y nos lanzamos a apagarlo como pudimos. El caso es que pudimos salvar varias partes del pavo y nos lo comimos tras meterlo unos minutos en el horno. Estaba delicioso, pero casi prendemos fuego a la casa entera”, ha bromeado la estadounidense en conversación con la revista NME.
De cara a estas Navidades que ya están a la vuelta de la esquina, Gwen optará por un plan mucho más relajado y libre de riesgos para su integridad física, especialmente porque los tres hijos de la exvocalista de No Doubt -Kingston (11), Zuma (9) y Apollo (3), fruto de su extinto matrimonio con Gavin Rossdale- pasarán Nochebuena y el día de Navidad con ella en casa de sus padres.
“Estoy deseando que llegue ya el gran día, porque mis padres, mis hijos y yo tenemos una serie de tradiciones anuales que nos encantan. Nos levantaremos temprano el día 25 y los cuatro, mis hijos y yo, tenemos que esperar en el recibidor a que nos avisen de que ya podemos ir a por los regalos. Pero el arco de la entrada está cubierto por completo con papel de regalo, así que nos abriremos paso rompiéndolo todo”, ha explicado.
La artista de 41 años también ha revelado que, hasta hace relativamente poco, sus progenitores no permitían que nadie bebiera alcohol durante la cena de Nochebuena, aunque con el paso del tiempo han terminado siendo algo más flexibles y, ahora, ni el vino tinto ni el prosecco faltan ningún año en su mesa.
“Es que mis padres no beben nada, son abstemios y muy conservadores. Entiendo que para muchos no sea fácil de entender, pero es que siempre han sido muy estrictos en este sentido. Pero ahora sí nos dejan. Solemos beber vino y, en ocasiones especiales como esta, un poco de prosecco y otras clases de vinos espumosos”, ha relatado.