Lo que fue presentado como un golpe al principal jefe del narcotráfico en México se ha convertido en un gran fiasco, uno de los mayores del sexenio a punto de concluir del presidente Felipe Calderón.
El jueves el Gobierno de la República informó sobre la detención de dos individuos, y a uno de ellos lo identificó como Jesús Alfredo Guzmán Salazar, “presunto hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán” en Jalisco. Sin embargo, el viernes, al filo de las diez de la noche (hora local), la Fiscalía mexicana reconoció el error.
“Tras realizarse las pruebas necesarias para conocer su identidad, se ha llegado a determinar que los presentados son Félix Beltrán León y Kevin Daniel Beltrán Ríos, de 23 y 19 años de edad, respectivamente”, informó la Procuraduría (fiscalía) General de la República en un comunicado.
Esta historia de enredos comenzó la mañana del jueves y no hizo sino empeorar con el paso de las horas. Primero se supo que la Armada de México había realizado una captura de envergadura en Jalisco. Más tarde se informó de que se trataba ni más ni menos que de Jesús Alfredo Guzmán Salazar, de 26 años de edad, e hijo de El Chapo Guzmán. A las cuatro de la tarde fue presentado ante las cámaras de la prensa en compañía de Kevin Daniel Beltrán Ríos. Rifles, armas cortas, granadas y miles de dólares y pesos, supuestamente incautados a los detenidos, eran parte del set junto al que fueron exhibidos en las oficinas de la fiscalía, aunque durante la rueda de prensa solo hablaron miembros de la Secretaría (ministerio) de la Marina. Al anochecer, sin embargo, periodistas del Estado de Sinaloa y, sobre todo, un correo de abogados de la familia de Beltrán León que citaba a la prensa para una conferencia al día siguiente, comenzaron a resquebrajar un caso que de estelar ha pasado a vergonzoso.
Los hechos: el jueves, un comando de élite de la Armada de México detuvo en Zapopan (Jalisco) a dos individuos. El operativo fue presentado como ejemplo de un trabajo de meses de labores de inteligencia, cooperación entre los Gobiernos de México y EE UU y eficacia para golpear al Cartel de Sinaloa. Uno de los detenidos, dijeron las autoridades, es “Jesús Alfredo Guzmán Salazar, El Gordo, presunto hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo”. Ese mismo día, la DEA felicitó a los mexicanos por el operativo. Guzmán Salazar es buscado desde 2009 por EE UU, donde está acusado de tráfico de toneladas de cocaína.
Pero un abogado de nombre Heriberto Rangel Méndez salió de la nada también el viernes para presentarse como defensor de Félix Beltrán León. El letrado aseguró que el muchacho presentado que vestía camiseta roja era su cliente y de ninguna manera hijo de El Chapo Guzmán. Rangel Méndez mostró dos “pruebas” de la identidad de su cliente: una credencial del Instituto Federal Electoral (en los hechos el carné de identidad en México) a nombre de Félix Beltrán León, y un carné de conducir emitido por el Estado de Sinaloa. Las credenciales del IFE son consideradas como infalsificables. Sin embargo, obtener una con documentos falsos es relativamente sencillo.
Además del abogado, el portal RíoDoce informó el jueves desde Sinaloa que “ninguno de los detenidos y presentados hoy por la Marina es Jesús Alfredo Guzmán Salazar, según fuentes consultadas por Ríodoce”.
Ante la ola de dudas, la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR) emitió el viernes un breve comunicado de prensa en el que señalaba que ellos no habían confirmado plenamente la identidad del detenido y que la filiación inicial fue en colaboración con EE UU.
Pasadas las dos de la tarde, para mayor confusión, la abogada Verónica Guerrero ofreció una conferencia de prensa en Guadalajara, capital de Jalisco, en la que negó que el detenido por la Marina sea hijo del famoso narcotraficante. Guerrero se presentó como representante legal de Félix Beltrán, y aseguró que la detención obedecía o a una simple “confusión” o a un montaje “con fines electorales” del Gobierno. Junto a ella compareció Elodia León Vega, madre de Félix Beltrán, quien dijo que su hijo es inocente, está casado, es padre de una niña y vive en Guadalajara desde hace dos años. La versión la repetirían durante las siguientes horas en entrevistas con los medios. Al anochecer, desde Washington se filtró el desmentido de la Agencia Antidroga de EE UU (DEA) y al filo de las diez de la noche el Gobierno mexicano reconoció, por medio de la fiscalía, que habían fallado: “Será el resultado de la investigación lo que lleve a comprobar los hechos por los cuales fueron presentados (Beltrán León y Kevin Daniel Beltrán Ríos) al ministerio público de la Federación, de acuerdo a las actuaciones que realiza la propia representación social de la Federación”, señala el comunicado de la PGR.
En los últimos meses, el Gobierno mexicano ha manifestado en varias ocasiones que estaban estrechando el cerco en torno a El Chapo. La importancia de detener a “Alfredillo”, como también se identifica a Guzmán Salazar no solo implicaría el mensaje de que se habría logrado vulnerar el núcleo familiar del capo, sino que el hijo del narcotraficante es considerado por EE UU —en México no se sabe de causa judicial en su contra— uno de los siete elementos de “alto rango” que forman parte del aparato de El Chapo Guzmán y de su socio Ismael El Mayo Zambada para introducir toneladas de cocaína en el país del Norte, según la DEA en un expediente abierto en agosto de 2009 en un tribunal de Illinois.
El Gobierno de Calderón ató su suerte a la lucha anticrimen que ha costado 60.000 muertos y el repudio de amplios sectores de la sociedad. El chasco de la fallida detención de un hijo del máximo narcotraficante de México ocurre a nueve días de las elecciones para renovar la presidencia de la República.