Francia trata todavía de sobreponerse al atentado terrorista contra el semanario satírico “Charlie Hebdo”, ocurrido ayer hace un mes, mientras se pregunta qué pudo fallar en su sociedad para que prendiera así el radicalismo.
El 7 de enero, Francia sufrió el peor atentado terrorista sobre su territorio en medio siglo y el comienzo de tres días de pesadilla en los que los hermanos Kouachu y Amedy Coulibaly acabaron matando a 17 personas, antes de ser abatidos por la policía.
Hace un mes, Said y Cherif Kouachi entraron armados con kalashnikov en la sede del “Charlie Hebdo” -que había sido amenazado y atacado en el pasado por publicar caricaturas de Mahoma- en el centro de París, y mataron a doce personas, entre ellas cinco de los dibujantes más prestigiosos del país.
El impacto provocado por el ataque, seguido por el asesinato de una policía municipal el día siguiente y de otras cuatro personas en un supermercado judío dos días después, generó una corriente de unidad nacional encarnada en la gran movilización del 11 de enero bajo el lema “Je suis Charlie” (“Yo soy Charlie”).
Aquellas masivas manifestaciones, que sacaron a las calles de todo el país a millones de personas, dieron nombre al llamado “espíritu del 11 de enero” sobre el que el presidente, François Hollande, y su Gobierno han tratado de construir una serie de iniciativas, principalmente de seguridad y de regeneración moral.
Hoy, políticos y medios de comunicación ponen en duda la vigencia de ese consenso.
“Si el espíritu del 11 de enero existe…”, titula su editorial de ayer el diario “Le Figaro” para reclamar una política penitenciaria más dura a la ministra de Justicia, Christiane Taubira, centro de las críticas de la derecha.
Para ese periódico conservador, el espíritu del 11 de enero es sobre todo “una demanda apremiante de seguridad”.
Las fuerzas de seguridad, apoyadas por el Ejército, continúan en estado de alerta dentro del dispositivo Vigipirate, por el que lugares como las redacciones, las sinagogas o las escuelas judías gozan de una protección especial las 24 horas del día.
Eso no ha evitado altercados como el del pasado martes en Niza (sur), cuando un hombre con antecedentes penales agredió con arma blanca a tres militares que protegían un edificio de instituciones judías en Niza, dos de los cuales resultaron heridos.