La sociedad dominicana dio pasos al mejoramiento de la institucionalidad democrática y disipó las incertidumbres políticas que dominaban el panorama en medio de la pandemia del coronavirus, al elegir sin impugnaciones Presidente y Vicepresidente de la República y un nuevo Congreso Nacional.
Las profundas insatisfacciones que se venían manifestando en la sociedad pasaron por encima de las políticas clientelares y los abusos del poder del Estado en las campañas electorales, avalando un programa de rescate de las instituciones secuestradas por un partido y de poner límites a la desigualdad, la corrupción desenfrenada y a la impunidad.
No hubo muchas sorpresas. El resultado de las elecciones presidenciales y congresuales del domingo 5 de este mes no arrojó mayores sorpresas, pues el triunfo de Luis Abinader y del Partido Revolucionario Moderno (PRM) se vino configurando desde hace más de dos años y fue advertido en 41 de 47 encuestas publicadas desde enero, varias de las cuales fueron ratificadas en las urnas con escasa diferencia, como se muestra en un cuadro anexo.
Además del Poder Ejecutivo, el PRM se ha quedado con la mayoría en el Senado y la Cámara de Diputados, consiguió 18 de las 32 senadurías y determinó el triunfo de aliados en otras seis. En el voto presidencial obtuvo 52.52%, y se quedó con 11 de las 20 representaciones ante el Parlamento Centroamericano. En el exterior la votación perremeísta alcanzó el 71% en la presidencial y le otorgó sus 7 escaños de diputados al Congreso Nacional.
Ni siquiera fue sorpresa la votación obtenida por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), de 37.4%, proporción que no alcanzó en la mayoría de las encuestas, en parte fruto de su división. Aunque si sorprendió que apenas se quedara con 6 senadores, mientras el candidato Leonel Fernández conseguía el 8.9% de los votos. Pero de 5 senadores que obtuvo la alianza que lo postuló, 4 son leonelistas y les atribuyen dos de los seis del PLD, por lo que podrían constituir la segunda mayoría senatorial.
Esta elección marcó la decadencia de los viejos partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano a la categoría de minoritarios, al quedar bien por debajo del 5% necesario para estar en la franja privilegiada del 80% del subsidio público a los partidos, con 2.38 y 1.80%, respectivamente. Quedaron fuera casi todos los senadores, pese a sus barrilitos, incluyendo al cacique oriental Amable Aristy, aunque sobrevivió Félix Bautista en San Juan, gracias a su enorme capacidad de reparto de lo acumulado en el poder público.
Motores fundamentales. Tal como se advirtió en esta página durante los últimos años, la sociedad dominicana reflejó en las urnas la fatiga ocasionada por el gobierno partidista de 20 de los últimos 24 años, sin resolver uno solo de los graves problemas nacionales, pero sobre todo por su infinita corrupción y exhibida impunidad. El escándalo Odebrecht marcó la ruptura definitiva cuando cientos de miles de ciudadanos protagonizaron la Marcha Verde en los años 2017-18, recibiendo la impunidad como única respuesta.
Desde la sociedad civil surgió en el 2018 la Coalición Democrática por la Regeneración Nacional que se propuso rentabilizar electoralmente la rebelión de la Marcha Verde, e incorporó a muchos de sus más conocidos activistas, elaborando unos lineamientos programáticos básicos que posteriormente llevó a los partidos de oposición, generando una sinergia que se expresó en la Coalición que lleva al poder al binomio Luis Abinader-Raquel Peña. En la estrategia se acordaron candidaturas comunes locales con los partidos nucleados en torno al expresidente Leonel Fernández, cuando el PRM y aliados ni siquiera tenían suficientes candidatos en capacidad de competir por las senadurías con los oficialistas Un cuadro anexo muestra cómo esos partidos se beneficiaron de la avalancha de votos desatada por la coalición que encabezó el PRM.
Las elecciones municipales celebradas en marzo mostraron el cambio en el panorama político. Su previo fracaso en febrero determinó que inmensas masas de jóvenes ocuparon las plazas públicas y su protesta se extendió por todo el mundo donde quiera que se mueve la diáspora dominicana.
Danilo: el gran perdedor. Varios protagonistas políticos de las últimas décadas pueden quedar fuera como efecto de las elecciones del domingo, incluyendo a los responsables del descalabro del PRD y el PRSC, al quedar con ínfimo financiamiento público, y posiblemente al expresidente Leonel Fernández, que consiguió una votación de un solo dígito, con un partido constituido a la carrera, que ni siquiera tuvo tiempo de personalizar la alianza que hizo con otros 5 partidos tras su salida del PLD que había llevado al poder ilimitado, por las traumáticas elecciones primarias para escoger candidatos en octubre.Pero nadie fue más derrotado que el presidente Danilo Medina, que pasó su segundo período gubernamental luchando por lo imposible. Primero por imponer el padrón electoral cerrado para la elección de candidatos de todos los partidos, que llegó a aprobar su Senado, pero obligado luego a limitar a la libre decisión, pero manteniéndolo en el PLD para alejar la posibilidad de que sus bases se decantaran por el líder que les permitió disfrutar del poder durante tres periodos.
Medina fracasó después en el intento de reformar la Constitución por segunda vez consecutiva para buscar otra reelección y tuvo que resignar sus aspiraciones. Pero entonces se descantó por imponer, con toda la fuerza del gobierno, a un candidato presidencial sin arraigo en el partido ni experiencia política, dejando plantados a varios que él mismo había estimulado a competir desde más de un año atrás. Hubo que votar hasta la medianoche para que Gonzalo Castillo pudiera superar a Leonel y convertirse en candidato presidencial.
Dejó dividido y desarticulado el PLD, pero el 20 de octubre proclamó que él ganaría las elecciones, sin ser candidato, y para las municipales afirmó que su resultado sería adelanto de lo que ocurriría en la presidencial, en lo que también fallaría. Y cuando apareció la pandemia del covid-19 Medina dedicó todo su empeño a capitalizarla para posicionar su candidato. En tres programas de asistencia urgente incluyeron 2 millones 566 mil personas, que más 700 mil empleados estatales totalizan 3 millones 266 mil, 47% del padrón electoral restándolo los 595 mil residentes en el exterior, no sujetos al clientelismo.
Subestimaron el PRM. Bajo la proclama de que el poder lo puede todo y no se cede, y en base a políticas clientelares, los peledeístas creyeron que reinarían para siempre, sin medir la temperatura del cuerpo social dominicano. Pero además subestimaron al PRM, que al debutar en las urnas hace 4 años, compitiendo con todo el Estado, alcanzó 35% de la votación. Ese partido se organizó en tres años, elaboró un padrón nacional, rejuveneció sus cuadros directivos, en una convención nacional en perfecto orden. Luego abrió unas primarias y eligió candidato a Luis Abinader, quien de inmediato fue respaldado por su competidor Hipólito Mejía.
Abinader también fue subestimado y ninguneado, pero el economista y empresario mostró frialdad y templanza para hilvanar una amplia coalición político social y recoger los sedimentos de la insatisfacción general. Sistemáticamente fue presentando sus propuestas, acogió los Lineamientos Básicos para un gobierno de Regeneración Nacional salidos de núcleos sociales y auspició su propio programa de gobierno. Su discurso fue progresivamente firme y logró impactar con su promesa de cambios.
La coalición que encabeza el PRM también postuló a múltiples dirigentes sociales y tocó puertas para desatar una avalancha que no se detuvo ni siquiera al no poder realizar movilizaciones durante los últimos 4 meses de la campaña electoral. Una inmensa legión de comentaristas pagados por el Estado martilló inútilmente tratando de contener lo que estaba pintado para los auténticos analistas.
Reconfiguración política. De estas elecciones surge una reconfiguración política que demandará reformas electorales de fondo para hacer más equitativa la competencia electoral y permitir mayor representación de las minorías y limitar la vieja tendencia a la excesiva concentración del poder.
De 26 partidos participantes en estas elecciones, apenas cinco tendrían asegurado el mantenimiento de su personería jurídica, por el endurecimiento de sus condicionamientos impuestos en la Ley de Partidos aprobada en el 2018. Antes bastaba que un partido sacara siquiera un regidor municipal para que mantuviera su reconocimiento legal. La nueva ley impuso que también es necesario alcanzar un mínimo del uno por ciento de la votación.
Hasta ahora solo cinco partidos lo tienen garantizado: sin alianzas el PRM obtuvo 48.7%, el PLD 32.9%, Fuerza del Pueblo 5.6%, el PRD consiguió el 2.3% y el PRSC apenas 1.8%. Alianza País que postuló a Guillermo Moreno para presidente, se quedó en 0.96%. Otro partido, Patria para Todos, reconocido por la JCE en víspera de las elecciones, no pudo participar por lo que deberá mantener su personería jurídica.