Por Ana Bertha Pérez
República Dominicana se ha convertido en un país merecedor de la vergüenza, la pena y la crítica de muchos que sienten indignación por el rumbo que lleva el país, sin embargo otros consideran que es posible una transformación social, una transformación donde todos seamos parte de ella, donde se construya y se tome en cuenta la razón esencial de ser de un país “su gente”.
Entre los problemas y males sociales más visibles que perjudican el ser humano, donde el porcentaje más elevado lo protagoniza la juventud están: el consumo excesivo de alcohol y drogas, la violencia, delincuencia, asesinatos, embarazos no deseados, depresión, integración a pandillas y sectas, Televisión violenta y poco constructiva, menores con libre acceso al internet, medios de comunicación con sentido solo comercial, (donde los contenidos nada tienen que ver con la orientación, aporte e información para el bien social). Otros males que están atentando con las buenas costumbres y acciones es la música malsana, con contenido violento e incitando al sexo, consumo de drogas y a otras prácticas no beneficiosas, el desempleo y empleos poco gratificados (son factores responsables del incremento de la pobreza, al que el gobierno hace caso omiso).
La falta de ejecutorias y descuido de las instituciones y grupos sociales, responsables de promover y colaborar con una formación de calidad, como la Familia, las Iglesias, la Escuela, la comunidad, entre otros, es motivo de preocupación.
El uso excesivo de las nuevas tecnologías es otro caso, debido a que se ha demostrado que genera ansiedad, aleja a los más cercanos mientras se produce la conexión con personas que muchas veces ni conocemos.
El desdén del individuo con la sociedad, con la familia y consigo mismo invitan a preocupación por lo que significa para el mundo la pérdida de valores y el descuido de los hijos en el seno familiar, puesto que uno de los factores más importantes que influye directamente en la descomposición social, es la falta de Educación y formación en la Familia.
Hace falta poner más atención en los niños y jóvenes, nuevos métodos de enseñanza basados en la comunidad, mayor comunicación directa entre padres e hijos y usar las tecnologías para sacar provecho educativo y a la vez estar más en contacto con los nuestros y no con extraños, hace falta prevenir la violencia, la delincuencia y la corrupción promoviendo el respeto y valor a la vida, en vez de combatirlas con balas y más violencia. Hace falta formación sobre temas que incentiven el amor y la ayuda al prójimo, hace falta que el gobierno se empodere y colabore para un mejor país, que la campaña de los políticos sea basada en valores, no en dádivas y mentiras. Es una emergencia que los medios de comunicación hagan campañas publicitarias sobre los valores del ser humano.
Tenemos que entender que el amor, la comunicación y dedicación a la familia como centro de la sociedad, es la clave para el cambio, para un país mejor; y éste depende de la integración de todos.