SANTO DOMINGO.- La deuda pública consolidada de República Dominicana —la que incluye al Sector Público No Financiero y al Banco Central— va en camino a alcanzar un nivel de 60% del Producto Interno Bruto (PIB) en menos de cinco años. Eso en caso de que ningún shock económico impacte al país.
Así lo considera el Fondo Monetario Internacional (FMI), que toma en cuenta para sus estimaciones no solo datos propios, sino también los presentados por las autoridades dominicanas durante la visita de la misión del organismo internacional estuvo al país.
En su último reporte sobre el país, cuya versión completa se hizo pública recientemente, el fondo reportó que para el año 2022 la deuda total de República Dominicana representará 57.1% del PIB.
Ese nivel será el resultado, afirmó el FMI, de posponer reformas tributarias sustanciales que el país necesita para ampliar la base tributaria, lo que provocará que la posición fiscal se deteriorará a mediano plazo y los pagos de intereses por la deuda se incrementarán, al igual que el costo de tomar préstamos.
Para el cierre de este año el FMI proyectó una subida a 51.1% del PIB, pero el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES) asegura que ese nivel ya fue superado. Calcula que la relación deuda/PIB era de 54.2% para junio, lo que equivalía a US$40,208 millones en compromisos totales. El Gobierno había dicho que la deuda pública consolidada cerró en 47.6% del PIB en 2016.
El problema es que, si bien el FMI indica que el nivel de la deuda es similar al de países de la región, la porción de ingresos que se llevan los compromisos está muy por encima de los estándares internacionales y, además, lejos de lo que consideran que debería ser lo ideal. El fondo indicó en el informe que la República Dominicana debe alcanzar a mediano plazo un nivel de deuda de 45% del PIB, a través de un marco fiscal más fuerte que favorezca la sostenibilidad de esos compromisos.
El organismo basa esa necesidad no solo en la tendencia alcista de la deuda dominicana, sino en la necesidad de evitar consecuencias desastrosas para el país si llega a ocurrir una crisis de crecimiento, o un shock por tasas de interés o de la tasa de cambio.
Una recesión, por ejemplo, puede llevar el nivel de la deuda a 63% del PIB para 2022, según asegura el FMI, mientras que una combinación de shocks provocaría que la relación deuda/PIB se dispare a casi 70% en cinco años.