Roma (Italia).- Las explotaciones agrícolas familiares son “la espina dorsal” en la lucha contra el hambre y para lograr un desarrollo rural sostenible, según el informe anual presentado este jueves por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO).
La FAO, en su informe sobre “El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2013 (SOFA, en sus siglas en inglés), analizó este año el funcionamiento y el valor de la agricultura familiar, que se contabiliza en cerca 570 millones de explotaciones.
Para el organismo de Naciones Unidas, “las explotaciones familiares, que representan más de nueve de cada 10 explotaciones agrícolas en el mundo, pueden servir de catalizador para el desarrollo rural sostenible”.
La FAO alerta de que en un planeta donde la demanda de alimentos crece pero los recursos de tierra y aguas escasean, los agricultores tendrán que producir una cantidad mayor y la solución está en los pequeños y medios agricultores.
“Existe un amplio margen para aumentar la producción a través de un crecimiento de la productividad de las explotaciones familiares”, sostiene el informe.
En su análisis, la FAO subraya cómo “las familias de agricultores gestionan los recursos agrícolas del mundo y suministran más del 80 % de sus alimentos” pero muchas de ellas son pobres y se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria.
La erradicación de la pobreza en los países con ingresos bajos o medios comporta un incremento en la productividad de la mano de obra, explica la FAO.
Ante ello y por la importancia que estas explotaciones tienen tanto para producir alimentos como para hacerlo de manera sostenible, la FAO insta a crear las condiciones para ayudar a los agricultores, sobre todo garantizando la “innovación”.
“Innovar” es la palabra clave del informe y por ello el llamamiento para que los países garanticen “que la investigación, los servicios de asesoramiento, las instituciones de mercado y las infraestructuras” lleguen también a las explotaciones familiares pequeñas y medianas.
“El conocimiento y los incentivos económicos” no sólo ayudan a aumentar la producción sino que también, añade la FAO, son necesarios para que los agricultores tengan en cuenta “la protección de las cuencas hidrográficas, la conservación de la biodiversidad o la importancia de la retención de carbono”.
Por ello, la FAO recomienda que las estrategias de innovación agrícolas deben centrarse “no solo en la mejora de los rendimientos, sino también en un conjunto más complejo de objetivos, entre los que cabe mencionar la conservación de los recursos naturales”.
A los gobiernos, la FAO insta a “incrementar la inversión pública en iniciativas de I+D (inversión y desarrollo) y en servicios de extensión y asesoramiento relacionados”.
En su informe, la FAO informa de que más del 90% de las explotaciones agrícolas del mundo tienen una gestión individual o familiar y dependen sobre todo de mano de obra familiar.
Según sus estimaciones, ya que apuntan la dificultad de cotejar datos de todos los países, pues no existen registros, los cultivos familiares “ocupan alrededor del 70% al 80% de las tierras agrícolas y producen más del 80% de los alimentos del mundo”.