MÉXICO. Vecinos de la colonia Hipódromo de la capital mexicana temen que dos torres dañadas por el sismo del 19 de septiembre colapsen sobre su edificio y exigen un diagnóstico serio y medidas para prevenir mayores afectaciones por el choque de muros compartidos.
Las torres de siete pisos, que cuentan con un total 28 departamentos, a primera vista no presentan daños graves, pero son visibles desde el edificio donde vive el contador José López y del que salieron tres familias ese mismo día por miedo a un derrumbe.
“Don Cruz”, vigilante del conjunto residencial afectado por el terremoto, asegura a Efe “que son muros falsos los que se ven dañados, pero ya fue revisado y es habitable”.
“Aquí pasé el temblor del 85 y aquí seguimos, el edificio y yo.
No tiene nada ni se va a caer”, afirmó, aunque reconoce que desde el sismo de magnitud 7,1 del 19 de septiembre ya no duerme ahí.
“No pasó nada. Los extranjeros son los que se asustan y, como rentan prefieren irse, pero uno ya está acostumbrado”, afirma uno de los residentes.
Un grupo de albañiles cuenta a Efe que un departamento de las torres “tiene daños superficiales, como losetas, muros y mosaicos rotos”. Sin embargo, el dueño teme volver a entrar a su hogar y por ello los envió.
Aunque Cruz no permitió el acceso a Efe al conjunto por órdenes de la Administración, los vecinos del edificio contiguo mostraron las afectaciones.
Alejandro López, hijo de José, expresa su temor de que la torre que se encuentra recargada en el muro del patio de su edificio, de 80 años de antigüedad, se derrumbe y provoque una tragedia.
“El edificio corre riesgo si no se refuerza esa barda de cuatro metros de altura, que es posible que se caiga en cualquier movimiento”, apuntó José, quien estaba en el sureño estado de Chiapas cuando el terremoto provocó graves daños en los edificios de la zona donde reside desde hace 34 años.
“Conozco vecinos y no los he visto, supongo que se fueron a otros lugares. Ahora en las noches solo veo dos luces prendidas” en las torres contiguas, dice con tristeza el contador.
Según las autoridades y expertos, “el terremoto no provocó daños en el departamento que habita”, pero “desafortunadamente, vivimos al costado de un edificio que rebasa los siete pisos” y que ha sido “deshabitado para valorarlo adecuadamente”.
Unas de las torres dañadas afectó tres departamentos del edifico de la familia López que eran rentados, lo que provocó que los inquilinos abandonaran el lugar.
Octavio, un albañil encargado de arreglar los departamentos afectados, cuenta a Efe una pareja se regresó a su país natal, Brasil, después del terremoto.
En tanto, José y su esposa Mercedes planean mudarse a otro estado con la nieta de la que se hacen cargo y no ha podido volver al colegio Niños de México, ubicado en la colonia Roma y también gravemente afectada por el sismo.
José admite tener “miedo de estar aquí” y añade: “Las autoridades deberían compartir estados seguros para poder irnos a resguardar; tenemos la libertad de elegir vivir en lugares donde sean menos perceptibles los sismos”.
Mercedes teme estar sola o con su nieta si algo pasa, pues el sismo del 19 de septiembre pasado lo sintió con más fuerza que el devastador terremoto de la misma fecha pero de 1985.
“En el 85 por lo menos te podías mover para salir. Esta vez no podía uno moverse, así que me resguardé en el marco de la puerta como mi mamá me enseñó de pequeña y me puse a rezar”, recuerda.
El inmueble contiguo “se movía tan feo y chocaba tan fuerte que, al ver la gran nube de polvo, tomé a mi perro esperando la muerte, mientras escuchaba las copas caer de la vitrina”, narra Mercedes, quien confiesa que pensó que la torre la sepultaría entre los escombros.
A pesar de que su hogar parece un lugar seguro y habitable, no deja de pensar que, en un “futuro sismo, la unidad departamental se caerá”