Áurea Vázquez Rijos, la exreina de belleza puertorriqueña acusada de ordenar el asesinato de su marido, el empresario canadiense Adam Anhang Uster, negó este miércoles haber participado en la conspiración del mediático crimen cuyo juicio se celebra en la capital caribeña.
“No, absolutamente no”, dijo Vázquez Rijos tras ser preguntada por su abogada, Lydia Lizarribar, sobre si pagó a Alex Pabón, asesino confeso, para que matara al que era su marido, un hombre de negocios canadiense con intereses en el sector inmobiliario.
Vázquez Rijos renunció este miércoles a su derecho constitucional a guardar silencio y se dirigió al banquillo de los testigos para declarar en el juicio, algo que sorprendió a todos al implicar que pueda ser también interrogada por la Fiscalía.
La acusada aseguró conocer la normativa y pasó así a responder las preguntas de Lizarríbar. La abogada le cuestionó a su defendida si pidió a Pabón que matara a su esposo por la cantidad de 3 millones de dólares, lo que negó rotundamente.
“No, nunca conocí a ese hombre, quizás lo vi de lejos”, se limitó a señalar sobre su relación con Pabón, quien hace días dijo haberse reunido con Áurea, la hermana de esta y el antiguo marido de la segunda para planificar el asesinato del empresario.
La acusada también fue rotunda al rechazar el testimonio del abogado Edwin Prado, quien había declarado en este juicio que la principal acusada le solicitó contactos para encontrar una persona que acabara con la vida de su marido.
Áurea Vázquez Rijos, su hermana Marcia y el ex marido de esta, José Ferrer, están acusados de conspiración para asesinar a Anhang Uster, un empresario que firmó en 2005 un acuerdo prematrimonial con Áurea que establecía que en caso de fallecer uno de los cónyuges el superviviente se quedaría con el 30 % del patrimonio del otro.
Anhang Uster poseía un negocio inmobiliario que en el acuerdo prematrimonial fue valorado en 24 millones de dólares, lo que significa que Áurea, si fallecía su marido, se embolsaría 8 millones de dólares.
El empresario, que quería divorciarse, fue asesinado en una calle del casco histórico de la capital puertorriqueña a manos de Alex Pabón, quien lo apuñaló y golpeó en la cabeza con una piedra, cerca de la medianoche del 22 de septiembre de 2005, tal y como confesó en este juicio, donde aclaró que fue contratado por los acusados.