BRUSELAS.- El escándalo del supuesto espionaje de EEUU a líderes de la Unión Europea (UE) ha trastocado las relaciones transatlánticas y generado una crisis de confianza justo cuando ambos socios negocian un ambicioso acuerdo comercial y de inversiones.
El primer impacto de este escándalo, que ha ido creciendo desde que se desveló en junio pasado, se ha hecho notar en términos de confianza erosionada, ya que los líderes de los Veintiocho consideran que son “prácticas inaceptables” que “no pueden volver a repetirse” de parte de un socio y aliado como es Estados Unidos.
En ese sentido, el primer ministro de Bélgica, Elio Di Rupo, consideró que además de inaceptables, pueden “crear problemas que no existen” y “hacer sentir la presión inútilmente”.
Esta semana se ha conocido que agentes de la NSA estadounidense “pincharon” uno de los teléfonos móviles de la canciller de Alemania, Angela Merkel, y que esa misma agencia monitoreó millones de llamadas de teléfono en Francia.
Según el diario británico The Guardian, Merkel no ha sido la única líder cuyas llamadas han sido escuchadas, pues lo mismo le habría sucedido a otros 35 mandatarios en todo el mundo.
Las reacciones de los líderes europeos han registrado diferentes grados de indignación, desde los muy molestos Francia y Alemania a la más suave de algunos nórdicos o la británica, más mitigada.
Francia y Alemania lograron que en las conclusiones de la cumbre de otoño de la UE se incluyera hoy un anexo en el que expresan su preocupación y subrayan que los servicios de inteligencia son “vitales en la lucha contra el terrorismo”, pero también que “una falta de confianza podría perjudicar la necesaria cooperación en el ámbito de la inteligencia”.