El “paquete” o mito de Cuba como potencia médica gracias a la revolución marxista, Fidel Castro lo vendió al mundo con una formidable envoltura: la gratuidad de los servicios médicos.
El mejor experto mundial en propaganda política de la segunda mitad del siglo XX le pasó por encima con éxito a tres grandes engaños: 1) la salud pública se financiaba con dinero de Moscú; 2) no existió nunca, ni existe, tal gratuidad; y 3) no hace falta una dictadura comunista para ofrecer servicios médicos públicos.
Por ejemplo, en Costa Rica, la democracia más antigua de Latinoamérica, todos los ciudadanos que no disponen de un seguro pagado reciben atención médica gratuita subsidiada por el Estado mediante la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). En Uruguay existe la atención gratuita a los sectores pobres desde el siglo XIX, según La República. Y lo mismo ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos.
Además, la gratuidad en rigor no existe. Y mucho menos en Cuba. Todo aquello en lo que interviene el trabajo humano tiene un costo y alguien tiene que pagarlo. En un país capitalista el Estado sufraga los servicios de salud con el dinero de los contribuyentes, pero el castrismo va más allá y se queda con parte del salario de la gente.
El Gobierno cubano no solo se apropia de la plusvalía (ganancia) creada por los trabajadores, que es el valor que el asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo, sino que se apodera también de parte de ese valor creado por el obrero para mantenerse a sí mismo y que recibe en forma de salario, para su alimentación, vivienda, transporte, y demás gastos de él y su familia.
La elite cívico-militar castrista no solo se queda con la ganancia, sino que le quita al obrero parte del valor creado por él para sí mismo (salario). O sea, en una “dictadura del proletariado” el trabajador es más explotado que en una sociedad burguesa. Esa ironía es una de las grandes desgracias del marxismo-leninismo.
Se explica así por qué en Cuba el salario promedio no llega a un dólar diario, considerado por la ONUcomo pobreza extrema. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el salario diario cubano medio hoy es de 93 centavos de dólar, es decir, 27.92 dólares mensuales (670 pesos). En Haití es más del doble (59 dólares).
Por otra parte, la dizque gratuidad de la salud pública en Cuba es cobrada con los altos precios de venta estatales, y los bajísimos que paga a los campesinos por sus cosechas. En las shopping(controladas por las Fuerzas Armadas), desde que en 1993 se legalizó el uso del dólar se estableció un impuesto del 240% a todos los productos. Hoy esa sobretasa es hasta de un 1.200% en algunos casos.
Un kilogramo de pechuga de pollo con piel y hueso tiene un precio que ha oscilado entre 3,60 y 4,50 dólares, y un kilogramo de picadillo de res, entre 4,75 y 5,95 dólares. Si el salario mensual es de 27,92 dólares, entonces para comer 2,2 libras de pechuga y 2,2 libras de picadillo en todo un mes, el cubano tiene que gastar hasta el 37% de su sueldo (10,45 dólares) de su salario mensual.
Para buscar un equivalente, imaginémonos que en EEUU alguien paga entre 1.000 y 4.000 dólares para comer dos libras de pechuga y dos de picadillo en un mes. Parece un chiste de Woody Allen, pero no lo es.
Ahora a los hospitalizados en la Isla a veces el régimen les entrega facturas simbólicas para que sepan los gastos que ellos implican. Pero nada dicen a los hospitalizados en el CIMEQ. Ese, el más avanzado hospital del país, con tecnología de punta, no atiende a los cubanos de a pie, sino únicamente a la crème de la crème de la dictadura, sus familiares, y a cuanto líder o presidente izquierdista se enferma en Latinoamérica. O sea, los trabajadores, que pagan esos servicios sofisticados con su salario no tienen acceso a ellos. Ese es el país del “poder obrero”.
A decir verdad, la salud pública en Cuba es la más cara de Occidente. Sus ciudadanos la pagan con la falta de libertades fundamentales, pobreza extrema, hambre, desesperanza, marginación de la vida moderna, escasez de todo, abusos.
¿Atraso médico antes de 1959?
Una de las mayores bajezas propagandísticas del castrismo ha sido haber hecho creer que antes de 1959 los servicios médicos en Cuba eran un desastre y que la medicina tenía un pobre desarrollo.
Embriagado con su narcisismo, Castro I confiaba en que su palabra era más creíble que las estadísticas de la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que decían lo contrario. Y en buena medida lo consiguió. Aún hoy muchos en el mundo así lo creen y siguen alabando las maravillas de la salud pública logradas por la “revolución”.
Pero las cifras tienen la fría testarudez de las matemáticas. Según la OMS, en 1958 Cuba tenía un médico por cada 980 habitantes, solo detrás de Argentina y Uruguay en Latinoamérica, con un médico por cada 760 y 860 habitantes, respectivamente.
Ese año la Isla tenía 35.000 camas de hospitales, una cama por cada 190 habitantes, cifra superior a la de los países del Primer Mundo, que registraban una cama por cada 200 habitantes. En 1953 Cuba ocupaba el número 22 en el mundo en médicos por habitantes, con 128,6 por cada 100.000. Ytenía un dentista por cada 2.978 habitantes.
El avance cubano en medicina tenía orígenes bien remotos. El rey Carlos V ya en 1522 ordenó la construcción en Santiago de Cuba de uno de los tres primeros hospitales de América, junto con el fundado en Santo Domingo en 1503 y otro en México en 1524, según el historiador Herbert Stern.
Cuba fue la primera nación de América Latina que aplicó anestesia con éter, en 1847. En 1881 fue un médico cubano, Carlos J. Finlay, el descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla. En 1907 se creó en La Habana el primer servicio de rayos X de Latinoamérica.
A fines de los años 50 Cuba era el segundo país de la región con más baja mortalidad infantil, con 33 por cada 1.000 nacidos vivos. Para que se tenga una idea de lo que eso significaba baste saber que en 1958 Italia tenía una tasa de 50 por cada 1.000, Francia, 34 por 1.000, y Japón 40 por 1.000, según la OMS.
La enseñanza de la medicina en Cuba comenzó en 1726, a cargo de la Orden de los Dominicos del Convento de San Juan de Letrán, y desde 1842 en la Universidad de La Habana. Muchos médicos cubanos estaban reconocidos entre los mejores del mundo en su especialidad. En 1900 se inauguró la Escuela de Estomatología en la Universidad de La Habana, una de las primeras del continente.
En fin, todo fue al revés de como reza la propaganda oficial. Los Castro hundieron la medicina en Cuba. No desarrollaron la economía para sustentarla, utilizaron dinero ajeno y cuando se acabó ese dinero, todo se vino abajo. Ahora no hay recursos, ni los habrá mientras haya socialismo.
Son despedidos miles de enfermeros y técnicos, se han cerrado 64 hospitales. Hay dengue, cólera, malaria, paludismo, tuberculosis y hasta lepra. Y zika y chikungunya, transmitidas por el mosquito Aedes Aegypti, de plácemes en las aguas albañales que inundan calles, parques y patios. Y muchas otras enfermedades bacterianas y virales que remontan la Isla a los tiempos de la Colonia.
Es triste para un país que antes del diluvio castrista se ubicaba en la vanguardia de la medicina a nivel mundial.