El reciente acercamiento entre Washington y La Habana ha puesto a Cuba en la mira del mundo. Un desfile de presidentes, personalidades de la cultura y la política, interés creciente del empresariado… Hasta ahora con un liderazgo económico en el Caribe, República Dominicana se ha mostrado tranquila en sus declaraciones oficiales ante lo que podría representar la entrada a la competencia por la inversión extranjera del país de Martí y los Castro.
“Hay que prepararse para lo peor, aunque no ocurra”, dice el experto en relaciones internacionales Iván Gatón, para quien Cuba ocupa ya un sitial privilegiado en la diplomacia mundial y sostiene relaciones muy estrechas con economías que están empujando al mundo: China, Brasil, Sudáfrica. Sumado esto al interés estratégico de Estados Unidos y Rusia, el panorama es alentador para los cubanos, aunque su infraestructura productiva y turística necesite un desarrollo importante.
Esas limitaciones materiales, para muchos, son la clave por la que República Dominicana no debe sentirse intimidada ante la inminente entrada de Cuba a la competencia por la inversión extranjera. “Para alcanzar el nivel nuestro, que es malo, ellos necesitan un tiempo suficientemente importante. Qué tienen a favor que nosotros tenemos totalmente en contra? Una población que, aunque en proceso de envejecimiento, es muy educada, y sobre la base de la educación se construye cualquier cosa más rápido”, opina el abogado especialista en inversión extranjera, Enmanuel Montás.
En esto coincide con Iván Gatón, para quien Cuba nos lleva ventajas claves: recursos humanos más avanzados, una diplomacia de primer nivel “como un imperio”, que le ayuda en el ejercicio de su política de “poder blando” a través de las ayudas que envían a todo el mundo, mayor territorio y reconocimiento mundial, con un “poder de seducción” hacia un mundo que quiere conocer esa fruta prohibida. Además de un Estado que controla todo y puede ejercer, como China, lo mejor de los dos mundos.