Si bien los planes de sostenibilidad son una medida de altísimo valor para las empresas, estas a veces no tienen muy claro por dónde empezar. Un buen punto departida puede ser invertir en estrategias que faciliten la reducción del consumo energético y la eficientización de la misma.
La eficiencia en oficinas no se limita a apagar luces o instalar bombillas LED. Implica integrar la energía en la gestión cotidiana de la empresa. Esto comienza con la realización de auditorías energéticas para entender con precisión qué, cómo y cuánto se consume. A partir de ahí, es posible identificar áreas de mejora que reducen el impacto ambiental, así como los costos operativos.
Algunas estrategias efectivas incluyen la instalación de sensores de movimiento en zonas comunes, la regulación inteligente de la climatización y el uso de sistemas de iluminación natural mediante un diseño más abierto del espacio.Invertir en equipos con certificaciones de bajo consumo también contribuye de forma directa.
En paralelo, fomentar la participación activa del personal —a través de campañas internas de concienciación o pequeños incentivos— potencia la cultura energética en todos los niveles de la organización,contando con un liderazgo claro desde la alta dirección.
En cuanto a las operaciones, integrar fuentes renovables como paneles solares para autoconsumo, así como sistemas de almacenamiento energético,permite mayor independencia de la red eléctrica.Esto mejora la resiliencia y proporciona mayor previsibilidad en los costos.
La transición energética empieza por decisiones concretas. Una oficina energéticamente eficiente es más que una meta ambiental: es una vía de fortalecimiento operativo y reputacional.