REDACCION INTERNACIONAL (ELMUNDO).-Tras vender su empresa tecnológica, Johnson invierte dos millones anuales en un programa para revertir el paso de los años que incluye transfusiones de plasma de su hijo de 17 años y otras terapias todavía en periodo experimental.
Cualquier ‘detalle’ que se dé a conocer sobre la ‘vida cotidiana’ de Bryan Johnson, el multimillonario estadounidense que se ha empeñado en desafiar al envejecimiento e, incluso, a la muerte, resulta, como poco, chocante para cualquier ciudadano de a pie.
Detalle como que este ex CEO, que vendió su empresa tecnológica a eBay por 800 millones de dólares, se gasta dos millones anuales en Project Blueprint, el programa antiaging en el que su padre (de 71 años), su hijo (de 17) y él (de 46) participan cual cobayas humanas y que, según ha difundido el propio Johnson, le ha permitido revertir su edad biológica, brindándole el corazón de un hombre de 37 años y la capacidad pulmonar de un chaval de 18.
Visionario para algunos, excéntrico (por decirlo con suavidad) para otros, a Johnson hay que reconocerle que ha entregado su vida, en cuerpo y alma, a la causa (hasta ha convertido su dormitorio en una especie de clínica).
Su rutina diaria no puede ser más monótona, espartana y ‘marciana’. Se levanta a las 5 am (no toma café) y se acuesta a las 20 horas. Fervoroso creyente en las bondades del ayuno intermitente, desayuna a las 6 am y, sobre las 11 am, lleva a cabo la última comida de la jornada.
Su dieta se basa, fundamentalmente, en el consumo de verduras (de purés como los de los bebés) y, eso sí, se toma más de un centenar de pastillas al día que le ayudan a cubrir las lagunas y a mantener todos los valores en su punto ideal.
Y, en déficit calórico, entrena todos los días, en sesiones de entre 45 y 60 minutos. Hace ‘trail running’. Juega al tenis y al baloncesto. Fortalece su suelo pélvico con Emsella, una máquina -utilizada en España en clínicas tan punteras como SHA Wellness-, que, a través de ondas electromagnéticas, provoca miles de contracciones musculares en una sola sesión, lo que le permite, según él mismo ha confesado, «tener las erecciones de un chico de 18 años». También, medita diariamente durante una hora y se sumerge en agua helada.
De las ‘costumbres’ de Johnson se podría hablar sin fin, pero hay una que resulta especialmente ‘inquietante’ y que, hasta hace nada, ha compartido con su padre y con su vástago: él recibe el plasma de su hijo y dona el suyo propio a su progenitor.
Vicente Mera, jefe de Medicina Interna y Antienvejecimiento en SHA Wellness Clinic (Alicante), nos ayuda a entender esta dinámica un tanto vampírica. «Este procedimiento tiene su base en los experimentos realizados en Harvard con animales cuyos sistemas sanguíneos están conectados -arranca-. La situación en la que un animal envejecido es conectado a uno joven biocompatible para favorecer el intercambio de plasma a través del torrente sanguíneo se conoce como parabiosis. Lo que se consigue es un llamativo rejuvenecimiento del aspecto físico, el aparato osteomuscular y algunos órganos como el corazón o el cerebro».
En la parabiosis, apunta Mera, «al mismo tiempo, que el animal anciano rejuvenece, el más joven envejece y muchos de sus biomarcadores empeoran notablemente. Estos resultados sugieren que alguna, varias o muchas de las moléculas plasmáticas podrían ser responsables directas de los fenómenos de rejuvenecimiento y envejecimiento acelerados».
No obstante, este especialista, recalca que «de las cerca de 300 proteínas que circulan en el plasma y que podrían utilizarse para producir el efecto rejuvenecedor, sin necesidad de realizar el experimento al completo conectando los sistemas venosos de los dos organismos, la proteína sobre la que muchos investigadores están recogiendo más y mejores evidencias es la GDF11 (Growth Differentiation Factor 11)».