Sin sus costureras, muchas de las misiones clave de la NASA no habrían despegado de la Tierra.
Desde los trajes de las misiones Apolo hasta los vehículos Mars rover, han sido las encargadas de coser piezas vitales de los viajes espaciales.
Una de ellas es Lien Pham, literalmente una modista de las estrellas que trabaja en el Laboratorio de Propulsión a Jet de la NASA creando mantas térmicas, fundamentales para cualquier nave que viaje fuera de la Tierra.
Puede que no suene muy glamuroso, pero Pham trabaja con materiales de alta costura.
La misión Cassini, su primer proyecto en la NASA, viajó a Saturno revestida con una delicada capa aislante dorada para hacerla más resistente durante su travesía de casi dos décadas.
Puede también que tus zapatos tengan más en común con las naves interplanetarias de lo que piensas: las mantas térmicas se fabrican con las mismas máquinas de coser que se usan para el calzado, y luego se atan a la sonda para que no se pierdan durante el despegue.
Costura e ingeniería
Criada en Vietnam, Pham nunca soñó con trabajar para la NASA, y menos aún coser para la agencia espacial.
Pero cuando su familia huyó del país a finales de los años 70 tras la caída de Saigón, se vio de repente en Estados Unidos, donde tenía que ganar dinero suficiente como para sostener a sus seis hermanos.
La familia trajo consigo dos máquinas de coser y empezó a vender ropa desde su casa que cosían por la noche.
“Hacíamos vestidos, blusas, faldas y otras cosas. Nos pagaban unos 50 centavos por cada prenda”, le cuenta a la BBC.
Mientras trabajaba para una compañía de ropa interior, Pham se las arreglaba una vez por semana para asistir a clases de ingeniería eléctrica. En ese momento, la ingeniería estaba en auge en California. Y la Nasa estaba contratando gente.
Manos de mujer
Sus amigas le dijeron que se presentara a un trabajo en el Laboratorio de Propulsión a Jet de la NASA y, en 1994, comenzó a trabajar para la agencia, en el equipo de cableado de la misión Cassini a Saturno.
Era una tarea muy compleja y exigente que implicaba conectar todos los instrumentos científicos de la nave a una fuente central de energía.
A su equipo le llevó tres años completarla.
“Así como en un taller de costura son casi todas mujeres, el cableado también lo hacen casi todas mujeres porque nosotras somos buenas con nuestras manos”, dice Pham.
Como si fuera un traje
El equipo que hacía las mantas está compuesto en su mayoría por mujeres que se ocupan de coser más de 20 capas individuales, algunas extremadamente delgadas.
A cada manta se la estampa, se la pesa y mide como si fuera un traje fino.
“Todo está hecho a medida”, explica Phan, “todo hecho a mano”.
Nasa contrata mujeres con experiencia en costura por una razón. Cuando los ingenieros no lograban trabajar bien con el teflón (el material no adherente del que están hechas muchas sartenes), no sabían bien qué hacer.
Pham sugirió doblar el borde del material y coserlo como un dobladillo, tal como lo hacía con los pantalones en la casa. Funcionó.
Trabajo invisible
Pham es una de una larga lista de mujeres cuyas habilidades para las manualidades han sido vitales para la NASA.
Durante el programa Apolo, que envió los primeros hombres a la Luna, empleadas del contratista de defensa Raytheon se ocupaban de “tejer” materiales para la nave.
Bautizadas las “pequeñas ancianas”, muchas de ellas eran, de hecho, mujeres jóvenes que tejían una red de cables de cobre que introducían por pequeños orificios magnéticos para crear los números cero y uno de los programas de código.
El papel que jugaron cumpliendo esta labor extenuante que requería una precisión extrema era invisible para el mundo exterior.
De forma similar, las costureras de la marca de lencería Playtex desarrollaron técnicas pioneras para crear los trajes espaciales de la misión Apolo. Trabajando con un nivel de precisión sin precedentes, y por lo general hasta bien entrada la noche, sus innovaciones hicieron posible los viajes espaciales tripulados.
Al igual que la historia de las mujeres negras de la Nasa contada recientemente en la película “Hidden figures”, muchas de sus historias han pasado desapercibidas.
Sin embargo, para Pham, el trabajo en sí es un sueño hecho realidad.
“Yo miraba el cielo cuando era niña, y pensaba que sería lindo tocar una de esas estrellas. Pero luego vine aquí y empecé a construir algo que iría allí. Nunca me lo hubiese podido imaginar”.