Pese a las recomendaciones de las autoridades dominicanas, numerosos ciudadanos del Gran Santo Domingo, en distintos sectores, hicieron caso omiso a los llamados de precaución.
Las fiestas callejeras se convirtieron en el centro de atención y entretenimiento para muchos, incluso mientras se esperaba el paso de la tormenta Melissa.
Sin embargo, pocos se detuvieron a pensar en las posibles consecuencias de las lluvias o en los suelos ya saturados por la humedad acumulada.
El riesgo del contacto entre la electricidad y el agua parecía no importar a quienes, en medio del peligro, preferían ser el centro de atención antes que actuar con responsabilidad.





