SANTO DOMINGO. Bordeando la madrugada del 4 de julio de 1982, en la barbería del Palacio Nacional el presidente Antonio Guzmán Fernández se disparó en la sien con un revólver calibre 38 y se convirtió en el primer mandatario de la República Dominicana que terminó con su vida, lo cual conmocionó a la población.
La fatal decisión fue tomada por el gobernante 43 días antes de entregar el mando al perredeísta Salvador Jorge Blanco, ganador de las elecciones de mayo de 1982, con quien mantenía un antagonismo de gran repercusión pública.
Después del deceso del jefe de Estado, que inauguró la apertura democrática de la nación, tras vencer al reformista Joaquín Balaguer, sucesor de la dictadura trujillista, la posición fue ocupada por Jacobo Majluta Azar, entonces vicepresidente de la República, quien traspasó la potestad a Jorge Blanco el 16 de agosto de 1982.
La muerte de Guzmán generó diversas versiones sobre los motivos que tuvo para suicidarse. En la época se conjeturó que el mandatario estaba deprimido debido a que lo habían decepcionado colaboradores de su círculo más íntimo. También se especuló que Jorge Blanco había amenazado con someterlo a él y a algunos familiares a la justicia por hechos de corrupción ocurridos en el gobierno.
José Báez Guerrero, en su obra “Guzmán, su vida, gobierno y suicidio”, sostiene que el gobernante actuó motivado por “una patología endógena que era propia a su idiosincrasia”, “exacerbada por las presiones que sentía al creer un fracaso su gestión como gobernante”.
De acuerdo al intelectual José Rafael Lantigua se infiere que las causas de la muerte del presidente Guzmán obedecieron a múltiples factores y no pueden imputarse exclusivamente a la indocumentada acusación de corrupción administrativa que los rumores atribuían a algunos de sus colaboradores más íntimos, ni tampoco a las alegadas amenazas proferidas por Jorge Blanco, a pesar de que, según Báez Guerrero, en cierto modo “’las presiones de su viejo rival, una vez era Presidente electo, lo afectaron profundamente’”.
“El presidente de la República Dominicana, Antonio Guzmán, se suicidó tras descubrir actos de corrupción en su administración y sufrir la traición de íntimos colaboradores, declaró el líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en el poder, José Francisco Peña Gómez”, publicó el periódico El país, de España, el 10 de julio de 1982.
Conforme al medio, el “máximo dirigente del partido oficialista y alcalde electo de Santo Domingo manifestó que el presidente estaba decepcionado porque muchos amigos le habían traicionado y se alejaban de él al acercarse el día en que debía entregar el poder, el próximo 16 de agosto”.
Según Peña Gómez, Antonio Guzmán era un hombre obsesionado por la honestidad y limpieza de las actuaciones de su Gobierno, pero que recientemente “había tenido que apartar de sus cargos a algunos funcionarios cuyos nombres me ofreció, porque no habían respondido a la confianza que depositara en ellos”.
El secretario general del PRD precisó entonces que esta revelación la había hecho la viuda del presidente viuda (René Kang, ya fallecida) a una dirigente de su partido y calificó la muerte de Antonio Guzmán como un acto de coraje cívico, vergüenza patriótica y de lección ejemplar a sus detractores sobre la rectitud de su vida privada.
Guzmán estuvo sometido en los últimos días, según Peña Gómez, “a muchas tribulaciones, muchos sentimientos encontrados y muchas presiones”.
Durante su gobierno, iniciado el 16 de agosto de 1978, después de vencer al presidente Joaquín Balaguer en las urnas, Guzmán tuvo diferencias políticas con Jorge Blanco y con Peña Gómez, figuras relevantes de la organización a la que pertenecía, el Partido Revolucionario Dominicano.
De acuerdo al periodista Ubi Rivas, las diferencias se profundizaron cuando, “siendo Antonio Guzmán presidente de la República y Salvador presidente del Senado, éste impidió el flujo crediticio internacional, vital para construir obras de infraestructura, un acto injustificado y censurable suyo, idéntico a no respaldar la candidatura presidencial de Jacobo Majluta frente a la del doctor Joaquín Balaguer en 1986”.
Otras versiones señalan que el antagonismo de Jorge Blanco y Guzmán fue el resultado de la oposición del reputado abogado santiaguero la “Fórmula Guzmán”, propuesta por Juan Bosch, que llevaría al vegano a la Presidencia provisional de la República Dominicana, para superar la guerra de abril de 1965.
Este miércoles será oficiada una misa en memoria del extinto presidente, a las 5:30 p.m., en la iglesia La Altagracia, en Santiago de Los Caballeros, confirmó su hija, Sonia Guzmán.
El 16 de agosto de 1978, Guzmán Fernández expresó que la toma de posesión tenía gran significación para el afianzamiento de la democracia, ya que después de un siglo de accidentada historia política caracterizada por la debilidad de las instituciones, con el solemne acto se abrían hermosas y promisorias perspectivas para el país.
“El acontecimiento debe servir para reforzar la fe de los dominicanos en los beneficios que se derivan del sistema democrático, pues este pueblo tuvo, con sobradas razones, momentos de gran escepticismo frente al ejercicio de gobiernos esencialmente negadores de los principios que sirven de base a nuestro ordenamiento social”, agregó.
Dijo que el pueblo era espectador de una ceremonia que significaba que la soberana voluntad popular había sido respetada “por lo menos en mucho de lo que es fundamental”.
Durante su gobierno, Guzmán fomentó el respeto a las libertades públicas, por lo que se le valora como el forjador de la democracia dominicana. En los dos primeros meses, promulgó la Ley de Amnistía, por la cual obtuvieron la libertad centenares de presos políticos y permitió el regreso de decenas de exiliados políticos del régimen balaguerista.
También promovió medidas para proteger a la pequeña y mediana industria, limitó las importaciones suntuarias, estimuló la actividad exportadora y el aumento de la producción de la energía eléctrica.