Sin grandes proyectos que anunciar, el presidente Barack Obama inició el jueves una visita de trabajo a México y Centroamérica algo ensombrecida por la expulsión de la agencia de ayuda internacional estadounidense de Bolivia y la violencia en Venezuela.
“No hay ninguna gran iniciativa (por anunciar), ya existe una cantidad sustancial de recursos”, explicó a los medios hispanos el miércoles Ricardo Zúñiga, el director en la Casa Blanca de la política hacia América Latina.
Entre la ayuda a México y América Central y el Caribe, el gobierno estadounidense ha aportado en los últimos seis años más de 2.000 millones de dólares exclusivamente destinados a mejorar la seguridad en la región, con resultados ambivalentes.
Obama inicia ahora su cuarto viaje a México con un encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto, que paulatinamente está marcando un giro en la sangrienta política de mano dura del último sexenio contra el crimen organizado, que dejó más de 70.000 muertes.
En sus encuentros con la prensa, Zúñiga reconoció que esa óptica está cambiando hacia un enfoque sobre la seguridad de la población mexicana. “El gobierno mexicano nos ha mantenido bien informados acerca de cómo quieren estructurar su sistema de seguridad, pero es algo que está siendo construido, que está siendo definido en estos momentos”, indicó. “Esperamos que nos digan cómo planean avanzar”, añadió.
México y Centroamérica tienen un interés también electoral para Obama, inmerso en una plena y decisiva batalla en el Congreso para lograr una reforma migratoria que reforzaría aún más la gran aportación política de la comunidad hispana a su administración. Mexicanos y centroamericanos representan más de dos tercios de la población latina total en Estados Unidos, que es a su vez la primera minoría del país.
“Entendemos que (la reforma migratoria) es un tema importante, y esperamos hablar de ello” con los presidentes centroamericanos, explicó a los corresponsales Cecilia Muñoz, directora del consejo de política interior del presidente.
Pero mucho más que la reforma migratoria, lo que preocupa a los presidentes del istmo es la forma en cómo el crimen organizado se infiltró también en sus países, con menos capacidad aún que México para afrontar el problema y cómo Estados Unidos rehuye el tema de la legalización de las drogas.
“Esta vez sentarse y decir que está dispuesto a escuchar probablemente no será suficiente”, considera Michael Shifter, del instituto Diálogo Interamericano.
Como en anteriores viajes a la región, Obama ve además nuevas crisis que desafían sus intentos de desviar la atención hacia temas energéticos o comerciales, su gran objetivo diplomático con los países emergentes.
Una mejora de las relaciones con Bolivia se aleja irremediablemente con la expulsión de USAID, una agencia que ha trabajado ininterrumpidamente en ese país durante medio siglo. El presidente Evo Morales acusó a la USAID de inmiscuirse en los asuntos internos del país, como ya acusó y expulsó hace cinco años a la agencia antidrogas DEA.
El gobierno estadounidense rechazó esas alegaciones, pero Zúñiga no confirmó ante preguntas de la prensa si el tema será mencionado por Obama en sus discursos.
En cuanto a Venezuela, la oposición puede poner en un apuro a Estados Unidos a medida que se endurece su pulso con el gobierno de Nicolás Maduro. El líder opositor Henrique Capriles anunció que iba a apelar formalmente los resultados que dieron la victoria a Maduro.
“Estamos muy preocupados por lo que estamos viendo (…) especialmente en términos de hostigamiento a la oposición”, indicó Zúñiga. “Para nosotros, lo más importante es que haya una desescalada de la tensión”, añadió el alto funcionario. “Creemos que los países de América Latina tienen una responsabilidad” al respecto, explicó.
Venezuela y sus aliados como Bolivia, sin embargo, han mantenido una posición desafiante con cierto éxito ante Washington en foros como la OEA.
Sin grandes proyectos que anunciar, el presidente Barack Obama inició el jueves una visita de trabajo a México y Centroamérica algo ensombrecida por la expulsión de la agencia de ayuda internacional estadounidense de Bolivia y la violencia en Venezuela.
Entre la ayuda a México y América Central y el Caribe, el gobierno estadounidense ha aportado en los últimos seis años más de 2.000 millones de dólares exclusivamente destinados a mejorar la seguridad en la región, con resultados ambivalentes.
México y Centroamérica tienen un interés también electoral para Obama, inmerso en una plena y decisiva batalla en el Congreso para lograr una reforma migratoria que reforzaría aún más la gran aportación política de la comunidad hispana a su administración. Mexicanos y centroamericanos representan más de dos tercios de la población latina total en EEUU, que es a su vez la primera minoría del país.