Los republicanos se apuntaron ayer una victoria tras aprobar en la Cámara de Representantes una emblemática ley para revocar buena parte de la reforma de salud del expresidente Barack Obama. Fue un proceso complejo y se espera que su paso por el Senado sea al menos igual de accidentado. Suponiendo que la iniciativa sobreviva a la cámara alta, hay pocas dudas de que lo hará con cambios.
La votación del jueves por 217 votos a favor y 213 en contra que incluyó 20 deserciones republicanas llegó tras varios momentos en los que la propuesta pareció condenada, a pesar de que las promesas de que revocarían el proyecto de Obama ayudaron a impulsar la campaña electoral de Donald Trump y las de multitud de congresistas republicanos.
Y eso fue en una cámara controlada por los republicanos por 238 representantes frente a 193.
Ahora los republicanos deben intentar aprobar la medida en un Senado que presenta diferencias políticas y de procedimiento respecto a la Cámara de Representantes.
“En adelante debemos moderar las expectativas y seguir centrados en el arte de lo factible”, dijo el presidente del Comité Financiero del Senado, Orrin Hatch, republicano por Utah. El suyo fue uno de varios comentarios prudentes emitidos por senadores republicanos tras la votación.
La iniciativa de ley aprobada eliminaría las multas que impuso la ley de Obama a la gente que no contrate un seguro médico y eliminaría el aumento de impuestos contemplado en el Obamacare a la gente de mayores ingresos y a la industria sanitaria. También diluye los requisitos de cobertura accesible, por ejemplo al dar luz verde para que los estados autoricen primas adicionales de las aseguradoras a clientes con problemas médicos previos.
Además, transformaría los subsidios de Obama para millones de personas que contratan cobertura médica, que ahora se basan principalmente en sus ingresos, al hacerlos más bajos y vincularlos a la edad del cliente. Y recortaría Medicaid, el programa de salud para gente de ingresos bajos, lo que incluye poner fin a los pagos federales adicionales a 31 estados a cambio de aceptar que Medicaid cubra a más gente.
Mitch McConnell, el líder de la mayoría en el Senado y conocido por su cautela, describió la iniciativa de la Cámara de Representantes como “un paso importante” para eliminar la ley de Obama, pero dejó la puerta abierta a hacer cambios.
“El Congreso seguirá trabajando en legislación para ofrecer más opciones y libertad en las decisiones de sanidad”, dijo McConnell.
La propuesta fue redactada por republicanos que representan a distritos que tienden a aglutinar amplias mayorías de votantes republicanos. Los senadores representan a estados enteros y muchos tienden a mostrar actitudes más pragmáticas que sus colegas de la cámara baja.
Varios de ellos proceden de estados del nordeste y el centro-norte, donde muchas personas con bajos ingresos están adscritas a Medicaid. Muchos de los 31 estados que aceptaron la expansión de ese programa durante el mandato de Obama están liderados por gobernadores republicanos y los senadores no tienen interés en recortar los fondos de los estados y quitar cobertura a sus votantes.
Además, hay senadores republicanos que representan a estados golpeados por las muertes asociadas a la adicción a los opiáceos. La medida de la Cámara de Representantes dejaría que los estados eludieran el requisito de Obama de que las aseguradoras cubran los tratamientos antidrogas.
La senadora Susan Collins, republicana por Maine, dijo que la propuesta plantea “más preguntas que respuestas sobre sus consecuencias”. Señaló que no habría “límite para la cobertura” para personas con problemas de salud previos y que las exenciones fiscales contempladas por la cámara baja “no tienen en cuenta apropiadamente los niveles de ingresos” ni las diferencias regionales en los costes sanitarios.