El semen congelado mantiene su viabilidad en condiciones de ingravidez en el espacio, por lo que podría servir para hacer reproducciones de la especie humana fuera de la Tierra, según una investigación de científicos españoles divulgada este lunes.
La investigación es un primer paso de un proyecto más amplio para determinar la viabilidad de crear bancos de células reproductoras (gametos) en el espacio y “reproducir la especie humana fuera del planeta”, explicó la doctora que lideró el trabajo, Montserrat Boada.
Varios estudios habían descrito ya cómo afecta la ingravidez a estructuras celulares y moleculares, al sistema cardiovascular, músculo-esquelético, nervioso y endocrino del cuerpo humano.
Pero el impacto de la falta de gravedad “sobre las células germinales, como los espermatozoides o los óvulos, y sobre la reproducción humana no se conoce con detalle”, según Boada.
Por este motivo, investigadores del centro de reproducción Dexeus Mujer de Barcelona e ingenieros de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) analizaron si la exposición a condiciones de microgravedad similares a las que se dan en el espacio exterior afectan a diversas muestras de esperma congelado.
El trabajo demostró que la microgravedad no afecta a la viabilidad del esperma humano congelado, ya que “la concentración, movilidad, vitalidad y fragmentación del ADN espermático no sale alterado en ninguno de estos tests, comparados con las propiedades en condiciones de gravedad de la Tierra”, explicó a Efe Boada.
“El año pasado, la NASA anunció un estudio en esta misma línea denominado Micro-11 que investiga los efectos de la microgravedad en la Estación Espacial Internacional, pero todavía no ha publicado nada de los resultados obtenidos”, puntualizó Boada, que aseguró que “este es el primer estudio sobre los efectos de la microgravedad en muestras de esperma humano congelado”.
“Si en un futuro tenemos que reproducirnos fuera de la Tierra, ¿cómo debería ser? Tal vez la reproducción asistida sería la técnica más comúnmente utilizada”, sugirió la investigadora.
El estudio se realizó con diez muestras de semen de otros tantos voluntarios sanos, y cada una de ellas se dividió en dos fracciones: una para el estudio en condiciones de microgravedad y otra de control.
Todas se congelaron en nitrógeno líquido a -196º C y las fracciones para el experimento se introdujeron en un tanque específico para transporte aéreo y sometidas a condiciones de microgravedad durante un vuelo, explicó el profesor de la UPC Antoni Pérez-Poch.
Después, el esperma fue descongelado y analizado y se compararon con las fracciones de control, que fueron descongeladas y analizadas en paralelo para ver si había variado distintos parámetros sobre su capacidad fértil.
Los resultados revelaron que no había diferencias significativas en ninguno de estos parámetros entre las fracciones sometidas a la microgravedad y las que se mantuvieron en condiciones de gravedad terrestre.
“La concordancia en la vitalidad y la fragmentación del ADN fue del 100 %, de un 90 % en movilidad y concentración y de un 80 % en la morfología”, según Boada.
Según Boada, ahora quieren hacer nuevos experimentos con mayor cantidad de muestras y una exposición más larga a la microgravedad.
“Hemos empezado con esperma porque su disponibilidad para el estudio no está sujeta a restricciones legales, pero nuestro proyecto también quiere analizar los efectos de la microgravedad en ovocitos y embriones, aunque para ello tendremos que contar con el permiso de la Comisión Nacional de Reproducción Humana”, reconoció.
“El estudio quería demostrar si se puede desplazar esperma congelado de la Tierra al espacio. Luego veremos si se fecundaría correctamente, si se podría implantar y si darían lugar a un embarazo. Este el primer paso de un proyecto más grande que es saber qué capacidades de reproducción tendríamos fuera de la Tierra”, concluyó Boada.
La investigación, presentada en el 35º Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE por sus siglas en inglés) que se celebra esta semana en Viena.