Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. O, al menos, esa es la filosofía del último mega-proyecto de los Emiratos Árabes para solucionar el problema del agua.
En un país con precipitaciones medias por debajo de las del desierto de Tabernas en Almería y más de nueve millones de habitantes, el abastecimiento de agua es uno de los grandes problemas del día a día. Y por ello, según Arabian Business, Emiratos quiere hacer de una montaña artificial que ayude a maximizar las lluvias por todo el país.
La moderna “danza de la lluvia”
Solo en 2015, Emiratos gastó más de medio millón de dólares en 186 misiones de ‘siembra artificial de nubes‘, construyó decenas de desalinizadoras y repartió más de 5 millones en proyectos de investigación sobre el tema. Y no sólo eso: está en estudio la creación de un acueducto desde Pakistán atravesando el Golfo Pérsico (que ríete del trasvase del Ebro) o, incluso, la importación de icebergs desde el Ártico.
Por eso, por muy sorprendente que nos parezca, tiene algo de sentido: las montañas son claves en la lluvia. El agua que hay en la atmósfera depende, entre otras cosas, de la temperatura del aire: a más temperatura, más agua puede contener. Por eso, cuando una masa de aire húmedo llega a una montaña y se ve obligado a elevarse, el frío hace que el vapor se condense y que se genere lluvia. En los mismos Emiratos pasa: la precipitación media en la costa es de 120mm mientras que en las zonas montañosas llega a 350mm.
Un proyecto demasiado grande hasta para Emiratos
Pero como reconoce el mismo gobierno “hacer una montaña no es algo sencillo“. En Holanda, hace unos años, la construcción de una montaña sólo 323 metros se estimó en alrededor de 200 billones mil millones de euros. Por lo que el proyecto puede ser demasiado grandes incluso para Emiratos (hogar de Burj Khalifa, la torre más alta del mundo o de Palm Jumeirah, una isla artificial con forma de palmera): “Si el proyecto es muy caro, lógicamente no irá adelante. Pero nos dauna idea de las opciones que tenemos un futuro a largo plazo“, explicó Bruintjes, el coordinador de la primera fase del proyecto.