CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco condenó hoy la pena de muerte por ser una “ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona”, e instó a la comunidad internacional a abolirla y a mejorar las condiciones de reclusión de los presos.
“Deseo hoy alentar a todos a trabajar no sólo por la abolición de la pena de muerte, sino también por la mejora de las condiciones de reclusión, para que respeten plenamente la dignidad humana de las personas privadas de libertad”, dijo.
El papa realizó estas reflexiones en una grabación enviada a los participantes del VI Congreso Mundial contra la pena de muerte, que comenzó hoy y se celebrará hasta el próximo 23 de junio en Oslo (Noruega), según informó la Santa Sede en un comunicado.
Jorge Bergoglio subrayó que en los últimos tiempos “la opinión pública” ha desarrollado una “creciente oposición a la pena de muerte, incluso como una herramienta de legítima defensa social”.
Afirmó que “hoy día la pena de muerte es inadmisible, por grave que haya sido el delito del condenado”, y que “es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa”.
El pontífice argentino sostuvo que esta práctica “no hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”, y apuntó a que “el mandamiento ‘no matarás’ tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables”.
Para Francisco, “’hacer justicia’ no significa que se deba buscar el castigo por sí mismo, sino que las penas tengan como finalidad fundamental la reeducación del delincuente”.
“Una pena clausurada en sí misma, que no dé lugar a la esperanza, es una tortura, no es una pena”, concluyó.
El papa Francisco ha condenado en diversas ocasiones la pena de muerte, como cuando viajó a Washington en septiembre de 2015 y abogó en el Congreso de Estados Unidos por la “abolición mundial” de esta medida.
Además, el pasado febrero pidió que durante la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, en curso hasta el próximo 20 de noviembre, no se aplicase en ningún país del mundo la pena de muerte.