Buscaban el golpe del siglo, pero los errores les han deparado un final menos feliz que el de los protagonistas de Ocean’s Eleven, capaces de desplumar a un ricachón sin dejar rastro. La noche del 2 al 3 de octubre pasado, los miembros de una banda francesa, convenientemente encapuchados, atracaron a la exhibicionista estrella americana Kim Kardashian en su hotel-residencia de lujo de París. Tres amordazaron al conserje y le vigilaron mientras los otros dos subieron a sus aposentos, maniataron a la estrella y eligieron las joyas. Una vez desvalijado el lugar, los ladrones huyeron tranquilamente a pie o en bicicleta con un botín valorado en 10 millones de euros.
Tres meses más tarde, las pesquisas policiales han dado con los asaltantes de uno de los robos más mediáticos de nuestra época y la conclusión es que Kardashian fue víctima de una banda de tipos guapos aunque muy entrados en años y, por tanto, veteranos en el oficio del robo. El núcleo central del golpe está formado por delincuentes de larguísima experiencia que, sin embargo, cometieron gruesos fallos. “Creyeron dar el golpe del siglo, pero incurrieron en errores”, ha explicado a Le Figaro uno de los investigadores. Seguramente no son tan guapos como George Clooney o Brad Pitt, protagonistas de la película de Steven Soderbergh, pero su acción puede ser la mejor inspiración para un nuevo filme.
Aomar Ait Khedache, el presunto cerebro del golpe, posee antecedentes penales por una agresión, un robo de coche y el uso de estupefacientes. Argelino, tiene 60 años, solía ser prudente en sus fechorías, según los investigadores, pero fue identificado por su ADN encontrado en una de las joyas de la víctima que quedó en los aposentos. Poco después del golpe, además, la policía encontró una cruz de platino y diamantes de Kim Kardashian en manos de un pasante parisino. El resto fue tirar del hilo con ayuda de cámaras de seguridad y registros telefónicos y seguir durante semanas los pasos de la banda, que dio salida a parte de lo robado en el mercado de diamantes de Amberes (Bélgica).
Los cinco maleantes principales de la operación son, además de Aomar Ait, apelado el viejo Aomar, Pierre Bouainère, Pierrot, de 72 años, un veterano de la mafia marsellesa apelado la anguila, Didier Dubreucq, ojos azules, de 62, experto delincuente de la periferia de París condenado por un escándalo de 804 kilos de cocaína procedente de Medellín, François D., el Grande, de 54 años, y Yunice Abbas, de 63. Otros cuatro delincuentes han sido detenidos por presunta complicidad.
El Journal de Dimanche ha publicado, además, en exclusiva la transcripción literal de la declaración hecha por Kim Kardashian la misma noche del robo a la policía. Kardashian, explica, fue maniatada y amordazada y luego conducida hasta el cuarto de baño, hasta la bañera, por dos hombres con verdugo de esquí. Uno de ellos incluso llevaba las gafas típicas puestas. Ambos preguntaron previamente a la estrella por su famoso anillo de cuatro millones de dólares, que los ladrones también se llevaron.
Fue una noche traumática para la estrella televisiva de la tele-realidad. Cuando los hombres se marcharon pudo desatarse con relativa facilidad y alertar a la policía. Luego abandonó París en un jet privado. Tras las detenciones en Francia es probable que vuelva a ser interrogada.
En este tiempo, Kardashian mantuvo primero un gran silencio en las redes sociales. Pero volvió a ellas antes de acabar el año con mensajes, fotos y vídeos alejados de su anterior exhibicionismo acerca de su lujoso tren de vida. Ahora sus publicaciones se centran en pases de modelos y/o estampas familiares cotidianas más bien sencillas con su marido, el rapero Kanye West, y sus hijos de tres y un año.
Los 90,2 millones de seguidores en Instagram y los casi 49,5 de Twitter celebraron su vuelta a la escena pública. Pero su periodo de silencio de casi tres meses ha erosionado el valor de sus publicaciones y también el de sus participaciones en actos sociales (pagados con hasta un millón de dólares). La estrella ha cimentado su fortuna con los beneficios que le reportan justamente las redes sociales. Quizá el cine con su traumática experiencia no dé para tanto.