MOSCÚ. El Kremlin negó el viernes querer reanudar una “carrera armamentista” con Estados Unidos, un día después de que Vladimir Putin alabara en un discurso de tinte militarista las nuevas armas “invencibles” de Rusia.
En su alocución, el presidente ruso detalló las capacidades tecnológicas de los misiles desarrollados por Rusia, dando un tono belicista a las tensiones que no dejan de agravarse entre Rusia y Estados Unidos.
Esta demostración de fuerza supone un nuevo golpe a las promesas de Donald Trump, quien aseguró que reconciliaría a Estados Unidos con Rusia, aunque la campaña ya se vio salpicada por las acusaciones de injerencia rusa en la campaña del estadounidense.
El discurso hizo temer una nueva escalada parecida a la del fin de la Guerra Fría.
“Rusia no tiene la intención de lanzarse en una carrera armamentista”, declaró a la prensa el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, quien rechazó las acusaciones de Washington.
“Desmentimos categóricamente todas las acusaciones de que Rusia viola las disposiciones y los artículos del derecho internacional sobre el desarme y el control de armas”, afirmó Peskov.
“Rusia estuvo, está y estará limitada por sus obligaciones internacionales”, añadió.
Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmaron estar “preocupados” durante una conversación telefónica a raíz de las declaraciones de Putin, realizadas dos semanas antes de las elecciones presidenciales rusas del 18 de marzo de 2018.
El presidente ruso justificó el desarrollo de estas nuevas armas, que él supervisó personalmente, como una respuesta a la actividad militar de Estados Unidos y, especialmente, al despliegue de sistemas antimisiles en Europa del Este y en Corea del Sur.
Así, presentó nuevos tipos de misiles de crucero de “alcance ilimitado” o hipersónicos, minisumergibles a propulsión nuclear y un arma láser cuyos detalles no precisó “por ser todavía demasiado pronto”.
Según el ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, las armas rusas ya son capaces de “sobrepasar todos los sistemas antimisiles existentes”.
El gobierno estadounidense reaccionó acusando a Rusia de “violación directa” de los tratados internacionales firmados por Rusia, incluyendo el tratado INF sobre armas nucleares de alcance intermedio, rubricado por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1987.
“Solo se trata de una respuesta de Rusia a la retirada de Estados Unidos del acuerdo sobre el sistema de defensa antimisiles y al proceso, muy activo, de desarrollo de un sistema antimisiles global que viola incluso la paridad estratégica y nuclear y que neutraliza, de facto, las fuerzas estratégicas rusas”, señaló Peskov el viernes.
– Indiferencia –
Además, Rusia criticó la postura nuclear de Estados Unidos, que calificó de “belicosa” y “antirrusa” y que busca dotar a Estados Unidos de nuevas armas nucleares de baja potencia.
Aunque Putin aseguró que “no amenazaba a nadie” y que no preveía “utilizar este potencial de forma ofensiva”, la diplomacia estadounidense consideró que el presidente ruso no había hecho gala de “una actitud digna de un actor mundial de importancia”.
Pero, al margen de la condena diplomática, los militares estadounidenses se mostraron indiferentes respecto a las afirmaciones del presidente ruso.
“Estas armas llevan desarrollándose mucho tiempo”, declaró a la prensa la portavoz del Pentágono, Dana White. “No nos sorprende esta declaración y los estadounidenses pueden estar seguros de que estamos plenamente preparados”.
Además, la nueva estrategia nuclear de Estados Unidos, publicada a principios de febrero, ya “tenía en cuenta” estas armas rusas, agregó.
Y en otra muestra de las tensiones que dividen a ambas potencias, Rusia anunció el viernes haber cancelado unos diálogos estratégicos con Estados Unidos después de que una delegación estadounidense decidiera retirarse en el último minuto de una reunión dedicada a la ciberseguridad a finales de febrero.
Algunos expertos consideran, no obstante, que los anuncios militaristas de Vladimir Putin se dirigen sobre todo a un público interno antes de las presidenciales del 18 de marzo, que previsiblemente ganará a falta de una oposición real.