El conflicto interno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) luce más peligroso y candente que nunca. Eso en la medida en que los grupos enfrentados a lo interno parecen agotar sus recursos y se acorran entre sí en un desafía a muerte.
La desesperación es evidente. También la necesidad de abrir un proceso serio de negociación que ponga fin a lo que ese está acumulando allí y no siga acumulando el material explosivo.
De forma irresponsable hay sectores que han estado jugando con esto y es evidente que no terminará sin un derramamiento de sangre y un espectáculo desagradable de lo que acostumbramos a ver por esos predios.
El problema es que puede resultar imposible definir la magnitud. Nadie puede asegurar cuántos serán los muertos o los heridos.
Acorralados
Si observamos las declaraciones y maniobras de los grupos que influyen o se disputan el poder en el PRD nos damos cuenta que están acorralados, llegando al final del callejón donde brotará la violencia.
Miguel ya no tiene mucha capacidad de maniobras y se ha propuesto un ambicioso plan de quedarse con el Partido, la presidencia y las candidaturas nominales del 2016.
Digamos nominales porque el PRD, por el camino que va tiene poca cosa que buscar en esas elecciones, más cuando se dirige a consagrar una división que lo aniquilará políticamente.
Lo mismo puede decirse del grupo de Hipólito, sus dirigentes parecen estar abrumados y desesperados, un ingrediente que no les deja mucha creatividad, sino una caldera a punto de reventar.
La incapacidad política de generar movilizaciones internas y enfrentar en el plano político a Miguel Vargas, atrincherado en el Poder fácticos de sus socios ha cerrado el camino de un entendimiento en el PRD.
Miguel tiene el poder fáctico del TSE y los hilos que le mueven sus socios en otras esferas del Poder, pero es evidente que carece de capacidad para manejar un partido como el PRD. Tampoco tiene la simpatía de los perredeístas.
Un gancho Presidente Medina
La petición de Miguel Vargas para que el presidente Danilo medina se involucre en ese conflicto en forma directa, asumiendo una posición es un gancho y una acción propia de la desesperación.
El presidente de la República, como el todos los dominicanos debe evitar meterse en ese lío. Ese es un lío de los perredeístas y no debe tener más participación del Gobierno en cuidar la paz y tranquilidad pública.
Pero asumir una participación directa o indirecta puede ser la mecha que lleve los acontecimientos hacia el terrero que se debe evitar ahora.
Todavía están a tiempo
En su empinado y embajonado laberinto, los dirigentes del PRD deben entender que están a tiempo de evadir la carrera de autodestrucción iniciada. Nada fácil por cuanto las ambiciones y la desconfianza no facilitan el entendimiento, pero es urgente que se sienten a pensar con cabeza fría.
No habrá una solución feliz a ese conflicto sobre la base de la imposición de un grupo a otro. Mucho menos si esa imposición se intenta manejar de forma total.
Lo que queda se destruirá y en medio de tanta incapacidad política no podrán recuperarla en los próximos años. Las vidas a ofrendar esta batalla son valiosas y pertenecen al país.
Eviten eso, porque todos, el PRD, y fuera del PRD, ustedes y nos que no son perredeístas, pagaran las consecuencias de lo que vendrá no más temprano que tarde.