Santiago.-El 525 aniversario del Descubrimiento de América, acaecido este jueves, 12 de octubre, parece perderse en el tiempo, donde muchos ni se dieron cuenta del nuevo cumpleaños, a excepción de algunos centros educativos que realizaron tímidas actividades alusiva a esa fecha.
En décadas anteriores el 12 de octubre de cada año, era de realización de actividades de disfraces, pinturas, actuaciones, conferencias, en escuelas, liceos y colegios privados, lo que con el paso del tiempo ha ido disminuyendo de forma paulatina.
Esa apatía ha ido sacando de la mente muchos dominicanos, lo que significó este importante acontecimiento histórico, que aunque desde sus inicios, la llega de Cristóbal Colón, a esta tierra, fue definido como descubrimiento, en la medida en que ha avanzado, ese término ha sido sustituido por encuentro de dos cultura, debido a que a la llegada del navegante, encontró la isla la Española habitada por los indígenas.
Lo planteado, entonces cambia la denominación de descubrimiento, porque en realidad, a la llegada de los españoles, ya habían aquí, otros habitantes, que lamentablemente fueron exterminados, por la nueva cultura que se apoderó del territorio.
El nivel de olvido ha sido tal, que no sólo personas común, parecen desconocer la fecha, sino que estudiantes no recuerdan tal acontecimiento, el cual ha dado mucho de qué hablar a lo largo de la historia.
Justo en la noche del 11 al 12 de octubre de 1492, se dio el grito de “Tierra”, y la historia de Europa y de América cambió de manera irreversible, siendo éste el primer viaje de Colón.
El que había de ser uno de los viajes más trascendentales de la historia empezó a tomar forma el 22 de mayo de 1492, cuando llegó al puesto de Palos de la Frontera, en Huelva, una carta de los Reyes Católicos en la que se le ordenaba a la municipalidad contribuir con dos embarcaciones a la expedición.
Aunque no fue fácil armar los barcos y reclutar a la tripulación, Colón pudo echarse finalmente a la mar el 3 de agosto al frente de tres naves, la Santa María, la Pinta y la Niña.
La primera, la capitana, era una nao, mientras que las otras dos eran carabelas. Las naos eran barcos de tres mástiles y velas cuadradas, de tradición atlántica; pesadas y robustas, resultaban muy aptas para navegaciones largas. Por su parte, las carabelas eran más ligeras y maniobrables, tenían dos o tres palos que se solían aparejar con velas latinas.
Los principales conocimientos de Colón sobre el viaje y las distancias que recorrerían se basaban en dos hechos: uno cierto, la esfericidad de la Tierra, y otro erróneo, el tamaño de la misma. De este modo, Cristóbal Colón pensaba que nuestro planeta tenía una circunferencia ecuatorial de unos 30.000 kilómetros, es decir, unos 10.000 menos de los que en realidad tiene.
Así pues, después de hacer escala en las Canarias, el 6 de septiembre la armada tomó rumbo al oeste. El almirante calculaba que la distancia hasta Cipango (Japón) sería de unas 700 leguas, por lo que cuando se superaron las 800 sin avistar tierra hubo de afrontar el descontento de sus hombres, deseosos de abandonar una aventura que cada vez parecía más temeraria.