Al despuntar el año 2018, dos circunstancias confluyen en el panorama político nacional: la disputa de Danilo Medina y Leonel Fernández que frena la aprobación en el Congreso Nacional de la Ley de Partidos, y la inexistencia de la oposición por una combinación de falta de liderazgo con visión y decisión para reclamar esta ley que se supone pondrá fin a la competencia desleal entre partidos gobernantes y opositores.
La gran ausente es la colectividad nacional que no presiona a esos dos dirigentes del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para que “destrampen” la aprobación de la Ley de Partidos.
Resulta irritante que una demanda nacional como es la Ley de Partidos y la modificación de la Ley Electoral, no sean objeto de firmes reclamos por las organizaciones cívicas y los partidos de oposición.
Esa inacción social en reclamo de la Ley de Partidos para poner fin a la competencia del dinero, a la infiltración del narcotráfico, la corrupción y las mafias en la representación política, pone en evidencia la decadencia de la eterna vocación democrática del pueblo dominicano.
Aunque la Junta Central Electoral se desgañita pidiendo la aprobación de la Ley de Partidos porque su demora impediría aplicarla para las elecciones de 2020, el PLD no convoca a su Comité Político para tomar la decisión de si apoyan las primarias abiertas y simultáneas con el padrón de la Junta Central Electoral, como favorece Danilo Medina, o si como respalda Leonel Fernández deciden que sea con el padrón de los partidos.
Para no tensar las diferencias, prefieren que la sociedad dominicana permanezca en la tiniebla de que quien más dinero tenga, mejor ventaja ocupe para obtener candidaturas.
A los ciudadanos parece que poco les importa con cuál padrón se escogen los candidatos, pero es innegable que para los aspirantes presidenciales -que ya han sido presidentes- esto es crucial por la posición que ocupan.
Leonel, consciente de que el presidente Medina tiene una mayor exposición pública y una relación y aceptación directa con los poderes fácticos, quiere que el candidato presidencial se escoja por el voto de los “miembros” del PLD; Danilo, también consciente de su mayúscula proyección por todos los medios, quiere que el candidato se seleccione por el voto universal con el padrón de la Junta Central Electoral.
Lo extraño es que al interior del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el también expresidente Hipólito Mejía favorezca primarias abiertas frente a Luis Abinader, que apoya las primarias con el padrón del partido que desea representar.
En minoría, Hipólito acepta las primarias internas en su partido y no hace proselitismo para que se aprueben en el Congreso Nacional.
Mientras los jefes del PLD continúan con su desacuerdo y paralizan en el Congreso Nacional la aprobación de la Ley de Partidos, sin que empresarios, sociedad civil, medios de comunicación (excepto el Listín que ayer publicó un editorial reclamando la Ley de Partidos) digan “esta boca es mía”, el país parece seguir su agitado ritmo para beneficio de ignorantes con “cuarto” que escalan y hunden a la República Dominicana en el abismo.
Comienza el juego
Como si se tratara de un juego de niños, tanto el sector peledeísta de Leonel Fernández como el de Danilo Medina, han comenzado a lanzar “fuegos de distracción” política en el panorama nacional como si todos los que los ven fuesen niños embullados en el matinée.
El periódico El Caribe publicó -a la firma de Yanessi Espinal- (saludos colega y amiga querida, cuánto tiempo sin verte y sin hablar) hace poco, un buen elaborado trabajo sobre la labor principal que realiza el buró político de Leonel: Están recolectando dos millones de firmas de respaldo a la candidatura de Fernández para las elecciones de 2020.
¿Cuál fue la respuesta del sector de Danilo?
“Marear” a Leonel presentando a Andrés Navarro y a Gonzalo Castillo (los dos mayores presupuestos de los ministerios, exceptuando a Salud) como potenciales precandidatos presidenciales del danilismo para las elecciones de 2020.
Si Leonel se come el cuento de que se enfrentará a Navarro o a Castillo, cuando su rival es Danilo, come caramelos agrios pensando que son dulces. ¡Tío Bo, el candidato será Danilo, no seáis tonto!