Por Juan Tomás Taveras.
EL AUTOR es mayor general retirado de Policía y periodista. Reside en Santo Domingo.
Este 16 de agosto 2013 se celebra el 150 aniversario de la proclamación de la segunda independencia, llevada a cabo ese 16 de agosto de 1863 con el grito de Capotillo, gesta que fue liderada por el héroe nacional General Gregorio Luperón junto a Santiago Rodríguez, Gaspar Polanco, Benito Monción, José Antonio Salcedo, Benigno Filomeno de Rojas, entre otros.
La guerra revolucionaria de la restauración fue un movimiento político, popular y nacionalista considerado un resurgimiento de los ideales trinitarios y de liberalismo, con el objetivo de reconquistar la independencia de la República Dominicana para terminar con la anexión a España, ejecutada por Pedro Santana en el 1861, proeza que terminó con el real decreto de Madrid del 3 de marzo de 1865.
En la actualidad estas fechas son poco recordadas y su importancia se limita a algunos sucesos políticos que pueden traer consigo cambios en el tren estatal, también cada cuatro años culmina y se inicia un periodo gubernamental.
Estimulado por el deterioro institucional, ético y moral, es de rigor reflexionar y pedir a todos los dominicanos avocarnos a reivindicar el heroísmo y el sacrificio de los inmortales restauradores, honrando en esta fecha y siempre sus proezas, su amor por la patria y su esperanza en construir un mundo mejor para los que hoy habitamos nuestro Estado.
Entiendo que la finalidad principal del Estado es la protección real y efectiva de los derechos fundamentales de las personas, y el resguardo de los medios que le permitan perfeccionarse progresivamente dentro de un orden de libertad individual, bien común y justicia social.
Para esto debe respetarse nuestra Constitución, en el sentido de que se materialice su contenido y que éstos sean mantenidos como principios, y quien violare un principio constitucional la ley y la doctrina lo marginen a cero categoría ciudadana. Además, se deben establecer mecanismos que faciliten las garantías que hacen prevalecer los derechos y deberes ciudadanos, que fue el sueño de nuestros héroes independentistas y restauradores.
Desde nuestros orígenes como sociedad dominicana hemos sufrido la injusticia de la justicia basada en las normas jurídicas. Defendamos el derecho que tenemos todos y todas de tener una sociedad menos injusta.
Tal como lo define Wenceslao Vega en su libro Historia del Derecho Dominicano: “El derecho, como superestructura impuesta por la clase que detenta el poder, sirve solo a los intereses de esa clase, por más democrática y humanitaria que parezca la legislación. Cuando la Ley claramente tiende asegurar esos intereses, su letra es obedecida por los encargados de aplicarla, pero cuando ella perjudica el dominio de esa clase, sus jueces y gobernantes se encargan de tergiversarla o tomarla en letra muerta”.
La mayor reivindicacion que podemos ofrecer en la celebracion de esta fecha patria, es la lucha en contra de la corrupción, la impunidad y demás males sociales. Sin embargo, no se hacen las inversiones requeridas en cuento a las necesidades que modernizarían y mejorarían la institucionalidad y la calidad de vida de los habitantes; de igual manera urge establecer el imperio de la ley con una justicia independiente, eficiente y justa.
@JTtaveras