Los enfrentamientos, que también causaron centenares de heridos, se desencadenaron la pasada madrugada y se prolongaron hasta primera hora de la mañana en las inmediaciones de la plaza de Rabea al Adauiya, en el distrito de Ciudad Naser, donde los islamistas mantienen una acampada.
Las versiones sobre lo ocurrido son contradictorias.
El Ministerio del Interior culpó de la violencia a los partidarios de Mursi, a los que acusa de iniciar las agresiones al tirar piedras y disparar perdigones contra la policía, que intentó evitar que cortaran el puente de 6 de octubre, uno de los principales de la ciudad.
Los Hermanos Musulmanes, grupo al que perteneció Mursi hasta que accedió a la Presidencia, el 30 de junio de 2012, sostienen que fueron los policías, apoyados por “baltaguiya” (matones), quienes atacaron a los manifestantes, contra los que dispararon con armas de fuego y escopetas de perdigones a la cabeza y el pecho.
Las autoridades se preparan ahora para desmantelar “muy pronto” las acampadas de los simpatizantes de Mursi en la capital.
El ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, explicó que falta por elegir el momento y la manera adecuada de hacerlo: “No voy a decir que será mañana, pero ocurrirá muy pronto”, advirtió.
Para llevar a cabo esta operación en las acampadas de Rabea al Adauiya y de la plaza del Nahda, en Giza, las autoridades van a buscar cobertura jurídica con las denuncias de los vecinos de esos lugares.
Desde Rabea al Adauiya, los manifestantes aseguraron que no se van a mover y que resistirán de forma pacífica.
En previsión de una irrupción de las fuerzas del orden, los islamistas han fortificado la plaza y han colocado barreras, hechas con adoquines arrancados de las aceras, en el denominado camino de Naser, que conecta la zona con el puente 6 de octubre, donde está apostada la policía.
Entretanto, la Fiscalía General ha formado un equipo para investigar los hechos y determinar responsabilidades penales.
El Cairo no fue la única ciudad donde hubo enfrentamientos, ya que al menos nueve personas perecieron en Alejandría (norte) en choques entre efectivos de seguridad e islamistas en torno a la mezquita de Al Qaed Ibrahim, en el centro.
Los disturbios de anoche se produjeron tras una jornada de protestas el viernes que congregaron a decenas de miles de personas a favor y en contra del golpe de estado militar que depuso a Mursi el pasado 3 de julio.
Ayer, una marea humana ocupó la plaza Tahrir de la capital y sus alrededores, en respuesta a un llamamiento del jefe del Ejército, Abdel Fatah al Sisi, para dar apoyo a las fuerzas del orden en una “probable lucha contra la violencia y el terrorismo”.
Las fuerzas armadas dieron también un ultimátum, que expiró este viernes, para “unirse a las filas de la patria” y amenazaron con cambiar su estrategia contra la violencia acabado este plazo.
El único representante de las autoridades de transición que ha reaccionado públicamente hasta el momento es el vicepresidente egipcio de Relaciones Exteriores, Mohamed el Baradei, que condenó “el uso excesivo de la fuerza” y la muerte de personas.
La prestigiosa institución suní de Al Azhar, por su parte, ha instado a “los sabios y los más razonables” de todas las facciones egipcias a sentarse en la mesa de diálogo, que debería ser “serio y sincero” y tomado con responsabilidad y conciencia.
“La única alternativa al diálogo es la destrucción”, avisó la institución.
No es la primera vez que se produce un episodio de violencia desde el derrocamiento de Mursi.
El más grave se registró el pasado 8 de julio, cuando un total de 51 personas perdieron la vida frente a la sede de la Guardia Republicana (la unidad de escolta y protección del presidente de Egipto) en choques entre islamistas y miembros de las Fuerzas Armadas.