Por Yasmine Saleh y Mike Collett-White
EL CAIRO (Reuters) – Los partidarios del derrocado presidente Mohamed Mursi convocaron a manifestaciones el viernes y muchos egipcios rogaban que no se repitieran los enfrentamientos que han acabado con la vida de más de 90 personas en la última semana en el dividido Estado árabe.
Más de una semana después de que el Ejército derrocó al primer líder egipcio elegido democráticamente tras una ola de protestas, el movimiento Hermanos Musulmanes de Mursi quiere que el pueblo se les una en las calles para solicitar su restitución, que ahora parece una causa perdida.
Las calles de El Cairo estaban silenciosas por la mañana y se esperaban manifestaciones separadas de partidarios y opositores de Mursi más tarde el viernes, que es el día de oración para los musulmanes.
Funcionarios afirman que Mursi aún se encuentra detenido en el complejo de la Guardia Republicana en El Cairo donde tropas mataron a 53 manifestantes islamistas el lunes, en hechos de violencia que intensificaron la ira que sus aliados ya sentían por la decisión militar de derrocarlo.
Muchos de los 84 millones de habitantes de Egipto están impactados por los tiroteos e imágenes aparecidas en canales de noticias estatales y privados y en redes sociales.
“Es un período muy duro para los egipcios, ver imágenes de sangre y violencia durante el mes sagrado del Ramadán, y todos con los que hablo dicen lo mismo”, comentó Fateh Ali, un funcionario público de 54 años de El Cairo.
“Realmente espero que la situación se resuelva pronto. No creo que podamos soportar esto económica o psicológicamente”, agregó.
La agitación social también ha provocado temores por la seguridad en la península del Sinaí, en la frontera con Israel y la Franja de Gaza palestina.
Un policía egipcio murió y otro resultó herido el viernes por la mañana cuando militantes lanzaron granadas propulsadas por cohetes a puestos de control en el poblado de El Arish, en Sinaí.
Medios estatales egipcios dijeron que la policía arrestó a tres militantes palestinos por intentos de ataques en Sinaí.
PREOCUPACIÓN DE ESTADOS UNIDOS
Las detenciones de miembros de los Hermanos Musulmanes y amenazas de arrestos han provocado preocupación en Estados Unidos, que ha evitado calificar el derrocamiento de Mursi como un golpe militar.
Le ley estadounidense prohíbe entregar ayuda a países donde un Gobierno democrático ha sido derrocado en un golpe.
Washington, que entrega a las fuerzas armadas egipcias 1.300 millones de dólares en asistencia cada año, ha dicho que es muy temprano para decir si la remoción de Mursi por parte del Ejército se ajusta a esa descripción.
El Ejército de Egipto dijo que está cumpliendo con la voluntad de la nación después de que millones de personas, hartas por el estancamiento económico y suspicaces del poder en manos de los Hermanos Musulmanes, salieron a las calles a fines de junio para exigir la renuncia de Mursi.
La portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Jen Psaki, dijo el miércoles que el Gobierno de Mursi “no era democrático”.
Dos barcos de la Marina estadounidense que patrullan Oriente Medio se acercaron a la costa del Mar Rojo en Egipto en los últimos días, en lo que parece una medida precautoria tras el derrocamiento de Mursi el 3 de julio.
Estados Unidos a menudo envía embarcaciones navales cerca de países con disturbios en caso de que necesite proteger o evacuar a ciudadanos estadounidenses o entregar ayuda humanitaria.
Los ricos estados del Golfo Pérsico han entregado a Egipto una asistencia financiera de 12.000 millones de dólares, que debería ayudar al país a evitar el colapso económico.
Más de dos años de agitación han ahuyentado a turistas e inversores, agotado las reservas de moneda dura y amenazado la capacidad de El Cairo de importar alimentos y combustibles.
(Reporte adicional de Alexander Dziadosz, Maggie Fick, Sarah McFarlane, Mike Collett-White, Tom Perry, Peter Graff, Ali Saed, Seham el-Oraby, Shadia Nasralla y Tom Finn en El Cairo y Andrea; Shalal-Esa y Lesley Wroughton en Washington; Traducido al español por Patricio Abusleme; Editado por Ana Laura Mitidieri)