Joaquín El Chapo Guzmán, el mayor narcotraficante del mundo, está en manos de la justicia de EE UU para rendir cuentas por el reguero de crímenes que cometió como principal líder del Cártel de Sinaloa. Aunque se espera que el juicio arranque en algunas semanas en el tribunal del distrito sur en Brooklyn, el proceso penal será largo porque hay otras jurisdicciones que solicitaron su extradición. La documentación entregada por la fiscalía cifra en 200 toneladas la cantidad de cocaína incautada en EE UU y Canadá durante tres décadas, y en 14.000 millones de dólares los ingresos del Cártel de Sinaloa.
El también conocido en el mundo del crimen organizado como El Rápido, Nana, El Jefe, El Señor, Inge o El Viejo se enfrenta a 17 acusaciones por liderar el cártel de Sinaloa, por participar en una trama destinada a producir, distribuir e importar en Estados Unidos sustancias ilícitas (cocaína, heroína, metanfetaminas, marihuana), por posesión de armas y blanqueo de dinero.
Los cargos presentados por la fiscalía en Nueva York en cooperación con Florida y el Departamento de Justicia no incluyen el crimen de homicidio. Pero por su papel de líder de la empresa criminal implica que conspiró para matar a personas que representaban una amenaza para el cártel. Ese delito se castiga con la pena capital, que no será aplicada porque en el acuerdo de extradición entre México y Estados Unidos se pactó que no sería condenado a muerte.
“Les aseguro que Joaquín Guzmán no es un Robin Hood”, afirmó Robert Capers, fiscal del distrito sur en Brooklyn, al presentar su causa. “Se enriqueció con las miserias de los adictos a las drogas con las que traficaba”, agregó. “Usó corrupción y violencia para preservar su organización y conspiró para matar a sus rivales”, añadió, al exponer los detalles de un imperio que lideraba desde 1989. Solo el primer cargo, el de encabezar una empresa criminal, está penado con cadena perpetua. “El impacto en nuestras comunidades es devastador”, aseguró Wilfredo Ferrer, fiscal del distrito sur de Florida.
ampliar foto Un gráfico sobre las operaciones del Chapo mostrado en la Corte de Brooklyn. J. S.EFE
Nueva York y Miami fueron originalmente las ciudades clave en el proceso de distribución y blanqueo de los cárteles colombianos de Cali y Medellín. El Chapo dio un vuelco al operativo tradicional metiendo a Arizona, Texas y California en la red para así acelerar la introducción de las drogas y extender sus tentáculos. Eso le convirtió en la mayor y más prolija organización criminal del mundo.
El cártel, bajo la dirección de Guzmán, utilizó sofisticados métodos de transporte para mover el dinero e introducir la droga en EE UU desde México y varios países centroamericanos, con lo que transformó todo el negocio de distribución de los narcóticos mientras los cárteles colombianos se retiraban del mercado estadounidense y la organización empezó a negociar directamente con ellos para introducir su mercancía.
“Se veía el miedo en sus ojos”
“Esta vez sí que tenemos al pez gordo”, celebraba James Hunt, de la oficina antidroga (DEA), a escasamente cuatro horas de que el capo mexicano de la droga se personara en la corte en Brooklyn. “En sus ojos se veía el miedo cuando bajaba del avión porque sabe que la justicia estadounidense va a caer sobre él con toda su fuerza”, comentó Ángel Meléndez, del Departamento de Seguridad Nacional, “estaba perplejo”.
Los dos agentes especiales esperan que la extradición de “El Chapo” mande un mensaje rotundo a otros narcotraficantes que utilizan EE UU como mercado para lucrase con la venta de sustancias ilícitas. Pero especialmente va dirigido a los miembros del cártel de Sinaloa. “Si tratan de sustituirlo vamos asegurarnos también de que responden ante la Justicia”, advirtió William Sweeney desde el FBI.
Y conociendo el pasado del criminal más notorio de la modernidad, Meléndez dejó claro que la fundación de granito sobre la que se asienta Nueva York no dará opción para que el enemigo público número uno de las comunidades más afectadas por la droga se escape una tercera vez. “Aquí no hay túnel que valga para esquivar la Justicia”, concluyó desafiante, “esto no es una película, es real”.
“Hizo todo el esfuerzo posible para inundar de drogas las calles de EE UU y destrozar nuestras comunidades”, repitió Ferrer, “por eso debe pagar ahora por sus crímenes”. Capers explicó que ambos decidieron empezar el proceso por Brooklyn de la mano de Miami porque son los que están más preparados para hacer frentes a casos de tanta complejidad. “Es la forma más efectiva”, añadió.
Ceremonia en Washington
La extradición se produjo la noche del jueves, el último día de Gobierno de la Administración de Barack Obama y en la víspera de la ceremonia para el traspaso de poder a Donald Trump en Washington. El capo se personó en la corte federal de Brooklyn en la tarde de este viernes. La causa contra el narco en Nueva York data de julio de 2009. También los casos en California, Texas, Arizona e Illinois.
Capers evitó anticipar qué harán a partir de ahora las otras jurisdicciones. También negó que la extradición tuviera una motivación política, porque es algo que se estaba negociando desde hace mucho tiempo. En este sentido, Ken Blanco, del Departamento de Justicia, señaló que las autoridades mexicanas le informaron el mismo jueves de que se iba a producir el canje.
“No fue tampoco una sorpresa porque estábamos preparados”, indicó. Blanco agradeció la cooperación que mantuvieron con México en la investigación penal y su compromiso con que se persiga a los narcotraficantes. “La extradición no hubiera sido posible sin la estrecha relación con nuestros hermanos y amigos mexicanos”, añadió, “es un gran día para la cooperación internacional”.