SANTIAGO.-Los consejos Académico y administrativo, respectivamente, de la Universidad Tecnológica de Santiago honran a dos símbolos del patriotismo, la ética y el altruismo: Ercilia Pepín y Manuel Arsenio Ureña.
En efecto, las autoridades de UTESA reconocen y enaltecen la filantropía y los grandes aportes formulados a la sociedad dominicana por Pepín y Ureña, tras perpetuar sus nombres en la Biblioteca y el Auditorio del moderno Centro de Estudiantes, el cual fue inaugurado el pasado sábado.
*Ercilia Pepín
Maestra abnegada, forjadora de espacios construidos con decoro y con un profundo amor por la Patria y la educación, Ercilia Pepín fue paradigma del país, porque exhibió una conducta y un comportamiento sustentada en la dignidad.
Es por eso, que no quepa duda, que bautizar con su nombre a la Biblioteca del Centro de Estudiantes de UTESA con su nombre, es una decisión sabia e inteligente, porque consagra la imagen de la mujer y la profesional que fue ejemplo de ejemplos.
En una de las paredes se colocó una pintura especial, en la cual el experimentado pintor Claudio Pacheco conjugó su creatividad e inspiración para reflejar la imagen de la maestra y la dama que cultivó la excelencia en todos sus actos.
La directiva de la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, por intermedio de su presidente Amado Padrón y la administradora Zoila Cabrera, entregaron al rector de UTESA, doctor Príamo Rodríguez Castillo, la pintura que muestra a Ercilia Pepín en un ángulo que expresa autenticidad, naturalidad y una mirada que muestra la luz hacia el mundo de las ciencias y la civilidad.
En la obra de arte se exhibe la serenidad que caracterizó a la ilustre educadora Ercilia Pepín, pues el artista Claudio Pacheco le impregnó un sello con naturalidad y eso presenta una imagen realista de la maestra y la mujer exquisita.
*Don Manuel Arsenio Ureña
En el auditorio del Centro de Estudiantes se colocó una fotografía de un ser humano que fue excepcional y que se abrazó del civismo para servir a la nación: don Manuel Arsenio Ureña.
Durante su existencia, así lo atestiguan sus obras, Ureña promovió los sanos valores, la educación, un plan especial de alfabetización, la generosidad, lo humanístico y la filantropía.
Siempre aunó esfuerzos, sacrificios y voluntades, porque el desprendimiento reguló su comportamiento, ya que solo pensó y obró por el bienestar de sus semejantes y el desarrollo sostenible de República Dominicana.
Su pragmatismo se convirtió en una carta de presentación permanente, por lo que en cierto modo aplicó el sentencia de Jesús cuando proclamó, en un llamado al ser humano para que sembrada amor: “Ama al prójimo como a ti mismo”.
La grandeza de Ecilia Pepín y don Manuel Arsenio Ureña se agigantaba en cada acción, hasta el punto que después de su desaparición física, es oportuno enarbolar un fragmento de uno de los poemas del poeta nacional Manuel del Cabral el cual reza:
“Hay muertos que van subiendo Cuanto su ataúd más baja”.
Cierto, Pepín y Ureña se agigantan aún después de su partida al reino de Dios, y una muestra fehaciente es el homenaje póstumo que le rindieron las autoridades de la Universidad Tecnológica de Santiago.