Donald Trump viaja este martes a Puerto Rico para evaluar los estragos causados por el huracán María, lo que le brindará la oportunidad de mostrar solidaridad con los supervivientes y explicar cómo el gobierno planea ayudarlos a recuperarse, luego del cruce de declaraciones que sostuvo con las autoridades locales.
Al salir rumbo a la isla, Trump elogió la manera en que el gobierno ha respondido, y aseguró a reporteros que “es ahora reconocido el excelente trabajo que hemos hecho” pero que “a nivel local tienen que ayudarnos más“.
Las tensiones se exacerbaron cuando el mandatario republicano fustigó a los críticos de la respuesta de la Casa Blanca. Indicó que la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin Cruz, tuvo un “liderazgo mediocre” luego de que mostrara reparos a la respuesta federal tras el desastre. Además, Trump dijo que algunas personas en la isla “quieren que les hagan todo cuando debería ser un esfuerzo comunitario”.
En ese marco, Trump, quien viaja junto a su esposa, podría enfrentar el resentimiento de los puertorriqueños, frustrados por el hecho de que todavía deber luchar por satisfacer sus necesidades básicas dos semanas después del paso de la peor tormenta que ha golpeado a la isla en 90 años. La mitad de la población ya tiene acceso al agua, pero solo el 5% tiene suministro eléctrico.
El domingo, el mandatario destacó el “maravilloso trabajo” de la agencia federal de gestión de emergencias FEMA y al ejército -que enviaron una docena de barcos y 10.000 funcionarios-, y elogió al gobernador de la isla, Ricardo Roselló, quien ha sido menos crítico con el gobierno federal, y con quien conversó a última hora del sábado.
Rosselló aprovechó su conferencia de prensa diaria del lunes para subrayar que la visita de Trump a la isla es importante, tanto para los miles de miembros de agencias federales que trabajan sobre el terreno en labores de ayuda como para los puertorriqueños, por el apoyo moral que supone. Las infraestructuras fueron arrasadas por vientos sostenidos que superaron los 200 kilómetros por hora y unas lluvias que provocaron inundaciones, corrimientos de tierra y el desbordamiento de ríos.
“Los boricuas son ciudadanos orgullosos de la ciudadanía estadounidense“, dijo Rosselló, quien ha aprovechado la situación para subrayar la, a su juicio, desventaja que sufren los residentes en la isla por vivir en un Estado Libre Asociado, estatus que no dudó de catalogar de “colonial”.
La economía de Puerto Rico, que alberga a 3,4 millones de personas, ya estaba en recesión luego de que su Gobierno se declaró en bancarrota en mayo.
(Con información de AP, AFP y EFE)