El nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, mandó ayer un mensaje claro en su discurso de investidura: que va a devolver el poder al “pueblo”, para que los “olvidados” dejen de serlo, y que antepondrá los intereses del país en “todas las decisiones” que tome.
“A partir de este día, va a ser solo Estados Unidos primero. Estados Unidos primero”, proclamó Trump tras convertirse en el Presidente número 45 de la historia del país, inmediatamente después de jurar el cargo a las 12.00 en punto hora local (17.00 GMT) en una ceremonia ante las escalinatas del Capitolio.
“Todas las decisiones sobre comercio, impuestos, inmigración y asuntos exteriores se harán para beneficiar a los trabajadores y a las familias estadounidenses”, subrayó a continuación.
En un discurso de unos 16 minutos de duración, uno de los más breves de la historia de las tomas de posesión de los presidentes estadounidenses, Trump afirmó que su Gobierno seguirá “dos reglas sencillas: comprar productos estadounidenses y contratar a ciudadanos estadounidenses”.
Esa misma filosofía proteccionista y nacionalista que defendió durante su campaña electoral la aplicará también a las relaciones internacionales, ya que dijo que buscará la “amistad” con los demás países, pero siempre bajo la máxima de que los intereses estadounidenses están “primero”.
“Reforzaremos viejas alianzas y formaremos nuevas. Y uniremos el mundo civilizado contra el terrorismo radical islámico, al que erradicaremos completamente de la faz de la tierra”, anticipó el nuevo Presidente.
Durante muchas décadas, “hemos subvencionado a los ejércitos de otros países (…), hemos defendido las fronteras de otros países al tiempo que nos negábamos a defender la nuestra”, criticó Trump.
Sin embargo, no mencionó su principal promesa electoral: construir un muro en la frontera con México para frenar la inmigración irregular.
En su discurso, Trump insistió en atacar a la clase política, como hizo durante la campaña electoral: “Hoy no estamos meramente transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que lo transferimos de Washington DC y se lo devolvemos a ustedes, al pueblo”.
Mientras Washington y sus políticos “prosperaban”, las familias trabajadoras “tenían poco que celebrar”, pero eso “cambia aquí y ahora”, prometió.