Por Joseph HERNANDEZ.
El agua, es asunto de vida y como tal, el río Jimayaco que cruza por esta comunidad, pierde progresivamente su caudal y si no es intervenido pronto, podría desaparecer debido a la sequía, a la extracción indiscriminada de materiales y por las emisiones contaminantes que alcanzan sus aguas, desde hace años.
En sus alegaciones, vecinos de comunidades cercanas que están “alarmados” y cuya situación radica en la implicación del Medio Ambiente, piden a ese Ministerio extremar las medidas para salvar este afluente y atajar a los gestores de extraer y de provisionar los agregados al comercio ferretero.
“Estamos amenazados y sometidos a una intensa destrucción de los bienes naturales que implica la degradación del recurso agua”, argumentan los habitantes de la zona, que dicen estar dispuestos a enfrentar a quienes más daño han infligido al río, mediante prácticas destructivas del ambiente.
Entre los sectores más afectados están Jimayaco, Las Canas, Rancho Viejo, Botija, La Bruca, La Destiladera y Manga Larga, que demandan de las autoridades encarar a los depredadores, pero nunca se ha hecho, pase a que han advertido esta “angustiosa” situación.
Impacto ambiental.
Los daños causados por las extractivas de agregados al citado río (Jimayaco) se teme que ambientalmente pueden llegar a ser irreparables, principalmente, el cauce de este importante afluente que genera agua a una docena de comunidades veganas, lo que intranquiliza a la población, dada la falta del vital líquido en el entorno vecinal.
Conforme a los expertos, también las emisiones de residuos líquidos como grasas, lubricantes y otros tóxicos, que vierten los camiones en las márgenes del río, multiplican la carga de contaminación y daño ecológico. En tanto, dicen los moradores, que no hay regímenes de control, ni se refleja voluntad de Medio Ambiente (Ley 64-00) para enfrentar la problemática en términos prácticos.
Entienden que a medida que disminuye el potencial acuífero, más se siente la presión de los “areneros”, cuya demanda crece por necesidades eventuales de los compradores de arena, gravilla, piedras y otros materiales de la construcción, subrayando que cada vez hay más personas sumadas a esta dinámica, fruto de la recesión económica y del alto índice de desempleo que afecta a la gente.
La población, además de afrontar las inmundicias, está sujeta a los intereses de tipo económico que se mueven alrededor de la lucha por la extracción y comercio de los agregados de ríos y minas. Hoy en día, esas riquezas naturales languidecen ante la expresión de indolencia estatal y la falta de voluntad de las autoridades para poner controles.
Observaciones
De hecho, según las denuncias, aquí como en otros puntos del país, los recursos naturales están siendo intervenidos o explotados por mercaderos que acuden a los ríos a buscar los agregados (dizque para ganarse la comida) generándoles dicha práctica, algunos recursos para los artículos de consumo más frecuente.
Se dice, que la crisis económica ha obligado a los dominicanos a buscársela de una manera muy “creativa” y “honrosa”, aunque perjudique la naturaleza, como es el caso del río de Jimayaco, también de áreas n o renovables, de yacimientos mineros y de otras fuentes de vida.
Empero, en la República Dominicana no hay límites en el uso de aguas superficiales, ni en la extracción de materiales que, junto al cemento, son utilizados en las obras de infraestructura, por lo que en el marco legal, autoridades y población hacen poco para garantizar la reserva hídrica.
En este contexto, conviene que se oriente a nuestra gente de los enclaves rurales, en procura asegurar la riqueza natural y el punto de equilibrio que guarda la naturaleza, para así evitar que dañen las cuencas y las riberas de corrientes fluviales tales como lagos, ríos, arroyos y otros.
En alerta Roja.
Alertan a las autoridades de Medio Ambiente a resolver este problema antes de que sea demasiado tarde, porque a juicio de los comunitarios, de no proceder al rescate del río Jimayaco, implicaría no sólo su desaparición, sino de otros afluentes que abastecen de agua el consumo humano y plantaciones agrícolas de la región.
Este río, además de perder su caudal, arrastra basura, plásticos y otros desechos que lanzan los “areneros” y la misma población, contribuyendo a los efectos patológicos que infieren en la salud de la gente, es decir, de los (activos humanos) que viven río abajo.
También la deforestación:
Señalan que entre los retos en materia rural está el conseguir un equilibrio entre la expansión agrícola y la deforestación que pueda compensar naturalmente las cuencas acuíferas.
En este sentido, resaltan que, si bien la expansión agrícola y las actividades extractivas han propiciado un retroceso alarmante de los bosques, muchos países han establecido áreas de protección, que cubren actualmente un 10, 5% de su territorio.
La importancia es mantener el equilibrio entre el medio ambiente y la sostenibilidad social en todos los estratos, de acuerdo a la opinión de los expertos en materia medioambiental.