La estimación de los resultados de las negociaciones en Ginebra por Washington desilusiona a los diplomáticos rusos. EE.UU. vuelve a justificar el uso de la fuerza por las autoridades autoproclamadas de Ucrania para reprimir las protestas del este.
Según recuerda un comunicado difundido por el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, “en Ginebra se habló exclusivamente sobre la situación dentro de Ucrania. Y cuando abordemos el desarme, se supone ante todo, decomisar las armas a los militantes de Sector Derecho y otros grupúsculos parafascistas, que participaron en la revuelta de febrero en Kiev”.
Ante todo los mismos seguidores de Maidán, insisten los diplomáticos, deben abandonar los recintos gubernamentales y otros edificios tomados por ellos en la capital ucraniana y las regiones del oeste. Así lo estipula la declaración firmada el 17 de abril en una reunión a cuatro bandas celebrada en Suiza.
Mientras tanto, la parte estadounidense vuelve a endosar la culpa por la tensión agudizada sobre Rusia, admiten en Moscú. Y eso que “la discusión en Ginebra se desarrollaba de una manera práctica, sin los tópicos propagandistas”.
Algunas declaraciones de los funcionarios estadounidenses dejan la impresión de que “Washington sustituye cada vez más el lenguaje de la diplomacia convencional por el de las sanciones”. Sin embargo, la diplomacia rusa no pierde la esperanza de que “los hechos reales de los socios ucranianos y occidentales” se equiparen con los compromisos acordados en las recientes negociaciones.
Cabe destacar que después del encuentro el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, le agradeció al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, su capacidad de trabajar y mantener el diálogo de una manera constructiva, igual que al representante de Kiev, Andréi Deshitsa. Fue Kerry quien dijo que todas las partes implicadas en el conflicto en Ucrania debían renunciar a la violencia, el extremismo y las manifestaciones nacionalistas.