La educación en nuestra pobreza tuvo dos grandes miserias: pocas horas de clase y hambre. En alumnos y maestros.
Miserias que parían tragedias: Ciudadanos ignorantes, con débil pensamiento lógico y por tanto imposibilitados de aprovechar oportunidades.
Y como era de esperarse, tal situación afectó la producción de riquezas y convirtió la convivencia democrática en nuestro país en poco placentera y frágil.
Con la Revolución Educativa, Danilo Medina decretó el fin de un modelo educativo reproductor de pobreza.
Inmensa obra esta Revolución que ha requerido invertir el 4% del PIB (casi 26% de los ingresos del Estado), sembrar de aulas y escuelas dignas en barrios y campos de nuestro país.
Implicado elevar los salarios y pensiones de los maestros. Un maestro de Básica gana 39,000 pesos mensuales (antes 26,000); el de Media ahora gana 46,000 pesos.
Capacitarlos como nunca antes (3,000 millones de pesos a invertir en 2016). Entregar 10 mil computadoras portátiles a maestros.
Con la incorporación de la Jornada Escolar Extendida de 8 horas, 1 millón de niños, niñas, adolescentes y maestros desayunan, almuerzan y meriendan e la escuela o liceo y se les han entregado entregado uniformes, zapatos, mochilas y libros escolares totalmente gratis.
Tener dos hijos en Jornada Escolar Extendida significa para una familia dominicana un aumento de su ingreso real en más de 5,000 pesos mensuales.