Nadie imaginaba que aquel 23 de marzo de 2010 cambiaría la historia de Samsung. La firma surcoreana ya era un referente en telefonía móvil, pero su Samsung Galaxy S (GT-I9000) sembró la primera semilla de esa “imperial” familia de dispositivos Android que ha acabado siendo protagonista absoluta de la gama alta en esta plataforma.
Aquel primer modelo mostró la ambición de una Samsung que acabaría encontrando un filón con el que competir por fin con los iPhone de Apple y con los que diferenciarse de sus rivales en Android. La familia S había nacido, y estos han sido los distintos integrantes que han llegado a nuestros días y que se amplían hoy con un nuevo y espectacular modelo, el Samsung Galaxy S8.
Galaxy S: el principio
El primer “gran” dispositivo de Samsung no era en realidad demasiado grande: el Samsung Galaxy S contaba con una pantalla de 4 pulgadas con una resolución que hoy en día consideraríamos ridícula: 800×480 píxeles.
El resto de especificaciones tampoco era demasiado espectacular pasados los años: procesador Exynos Hummingbird a 1 GHz, 512 MB de RAM, 8/16 GB de almacenamiento, y una cámara posterior muy discreta de tan solo 5 Mpíxeles.
Aquel terminal estaba gobernado por Android 2.1 Eclair, y aunque ahora dichas prestaciones parezcan poca cosa, su diseño era revolucionario para la época por su delgadez y ligereza. Vendió la friolera de 24 millones de unidades. Ah, y tenía batería reemplazable.
Galaxy S II: Samsung confirma su ambición
Aquel primer dispositivo sentó las bases de una familia a la que pronto se le exigió convertirse en referente del mercado. En el MWC de 2011 Samsung aprovechaba para presentar el Samsung Galaxy S2, un terminal que consolidaba la ambición de la firma.
El Galaxy S2 destacaba por su delgadez (8,9 mm) y comenzaba a crecer en diagonal: 4,3 pulgadas aunque mantenía la resolución de 800×480 píxeles. En su interior encontrábamos un Exynos dual-core a 1,2 GHz, 1 GB de RAM, 16 o 32 GB de capacidad y una cámara de 8 Mpíxeles que era capaz de grabar vídeo en 1080p.
El dispositivo, gobernado por Android 2.3 Gingerbread —llegó a tener Android 4.1 Jelly Bean—, volvió a ser un éxito arrollador y vendió más de 40 millones de unidades en todo el mundo. Aquel móvil no obstante acabaría ensombrecido por uno de los legendarios de la serie, su sucesor, el Galaxy S III.
Galaxy S III: inigualable en su época
El diseño del Galaxy S III fue el primer elemento claramente diferencial de un dispositivo que se lanzó en un evento propio, el Samsung Unpacked 2012 de mayo de aquel año.
Aquel smartphone daba un nuevo salto en tamaño llegando a las 4,8 pulgadas, pero también en resolución: aquellos 720p eran ya diferenciales, y además estaban protegidos por un cristal Gorilla Glass 2. En su interior destacaba el Exynos 4 Quad que con sus cuatro núcleos a 1,4 GHz mostraba su potencia desde el primer momento. Contaba con 1 GB de memoria y versiones de 16, 32 y 64 GB ampliables vía microSD. La batería de 2.100 mAh seguía siendo extraíble en este modelo.
Fue un terminal con el que se empezaron a comercializar versiones con conectividad LTE para los mercados en los que las redes 4G comenzaban a operar, pero en él también destacaba su cámara de 8 Mpíxeles cada vez más pulida. En el software el protagonista era Android 4.0 Ice Cream Sandwich, aunque entre las novedades también destacaba un S Voice que trató de cuajar sin éxito.
Galaxy S4: intentando diferneciarse en software
Parecía difícil que Samsung volviera a repetir el éxito de sus antecesores en un mercado cada vez más maduro, pero la llegada del Galaxy S4 demostró que los usuarios seguían esperando una gran evolución del tope de gama de la firma surcoreana. Se lanzó en abril de 2013, y en tan solo seis meses logró superar los 40 millones de unidades vendidas.
El Galaxy S4 volvía a crecer en tamaño y daba el salto a las 5 pulgadas con una pantalla Super AMOLED que además presumía por primera vez de resolución 1080p y de un procesador que también quedaría asociado inequívocamente a la gama alta: el Qualcomm Snapdragon 600, que iniciaba así esa “asociación” con los mejores terminales de aquella temporada. A la CPU le acompañaban 2 GB de RAM —otro salto destacable— y hasta 64 GB de capacidad.
La cámara también crecía en resolución hasta los 13 Mpíxeles, mientras que en el apartado software la presencia de Android 4.2.2 Jelly Bean se veía casi relegada a un segundo plano debido al gran número de novedades “propias” en este terreno, con aplicaciones como S Health o sistemas de control como Air View y Air Gesture que acabarían sin ser tan aprovechados. Aquella apuesta software no le saldría demasiado bien a Samsung, pero eso no importaría demasiado, porque el terminal acabó siendo de nuevo todo un éxito de ventas.
Samsung Galaxy S5: la resistencia al agua no es suficiente
El Galaxy S5 y su curiosa parte posterior que rápidamente fue comparada con las tiritas fue probablemente el primer tropiezo significativo de Samsung en esta familia. Lanzado en febrero de 2014, el esperadísimo Galaxy S5 trató de convencer al público con novedades como la resistencia al agua.
No lo consiguió del todo, seguramente porque en el resto de apartados las novedades eran menos llamativas. El uso del plástico se le criticaba a ese diseño de un gama alta que debía ser más ambicioso, y en tamaño las cosas se asentarían con una pantalla 1080p de 5,1 pulgadas. Los 2 GB de RAM y los 16 o 32 GB de capacidad ampliables vía microSD acompañaban al procesador Exynos 7 Octa 7580 o bien al Snapdragon 801, que eso sí, le daban al terminal un rendimiento de nuevo espectacular en esa época.
Ese procesador ayudaba a una cámara de 16 Mpíxeles especialmente rápida que además era capaz de grabar en 4K. Por fin llegaba el sensor de huellas a este terminal, que lo situaba en el característico botón de inicio en el frontal. La apuesta software se relajó, y Android 4.4.2 fue protagonista de excepción de un terminal que “solo” vendió 12 millones de unidades en el mismo periodo que su predecesor había vendido 40. Algo pasaba en Samsung, que tenía que despertar y reactivarse.
Samsung Galaxy S6: quitar opciones nunca fue un acierto, llegan las curvas
Tampoco acertaría demasiado Samsung con un Galaxy S6 que eso sí, dio un salto cualtitativo en diseño con el uso del metal que no obstante hacía que se perdieran tanto la resistencia al agua como la batería extraíble y la ranura microSD que había sido una de las claves tradicionales del éxito de este dispositivo. La sorpresa la trajo un Galaxy S6 Edge que ofreció una (ligera) pantalla curva en sus laterales que de hecho ya había debutado unos meses antes con los Galaxy Note Edge.
La pantalla de 5,1 pulgadas hacía uso por primera vez de una resolución 2K (1440p), y a los 3 GB de RAM (otro incremento) le acompañaban modelos que iban de los 16 a los 128 GB de capacidad. La cámara de 16 Mpíxeles destacaba especialmente por su apertura f/1.9, mientras que llegaba un sistema de carga rápida que sería parte integral de los móviles de Samsung desde entonces.
En Samsung trataron de apostar por la realidad virtual como parte integral del terminal, pero eso no fue determinante para un dispositivo que aunque se comportaba de forma notable acabó siendo peor valorado por haber prescindido de aspectos relevantes para los usuarios. Estos terminales llegaron con Android 5.0.2 Lollipop gobernándolos, y además con menor presencia de “bloatware” preinstalado. Esas críticas dieron como resultado un esfuerzo muy especial de Samsung por renovar esta gama con un diseño y prestaciones a la altura.
Samsung Galaxy S7: recuperando las buenas costumbres
En febrero de 2016 Samsung aprovechaba de nuevo el Mobile World Congress de Barcelona como marco de su evento Unpacked 2016. El 21 de ese mes se presentaba en sociedad el Samsung Galaxy S7 y su versión Edge, dos terminales que devolvieron a la firma buena parte de la reputación perdida gracias a unos cuantos aciertos importantes.
El primero de ellos, el de un diseño en el que de nuevo metal y cristal eran protagonistas. La vuelta de la resistencia al agua y polvo era destacable, pero quizás lo fuera aún más el retorno de la ranura micro SD que tanto habían echado de menos los usuarios de esta familia de terminales. La pantalla de 5,1 pulgadas Super AMOLED volvía a aprovechar la resolución 1440p, mientras que en el interior contábamos con los Exynos 8890 o los Snapdragon 820 según el mercado, acompañados de 4 GB de memoria y de una capacidad interna base de 32 GB.
La cámara daba un paso atrás en resolución del sensor, pero eso servía para demostrar que en fotografía los megapíxeles no lo son todo. Es sin dudas una de las mejores cámaras móviles de la historia, gracias en parte a su apertura f/1.7 y a un sistema de enfoque híbrido aún más preciso. El terminal recuperaba el buen camino, aunque no algunos criticaran el que no fuera más diferencial con respecto al S6, algo que sin duda estaba reservado al nuevo miembro de la familia que se presenta hoy.
Samsung Galaxy S8: esperando lo mejor de Samsung de nuevo
Mucho se espera del que será uno de los terminales revolucionarios de Samsung en toda la familia. Lo será especialmente por su diseño, que según todos los rumores plantea un formato más alargado sin marcos y en el que la pantalla curva es ya absoluta protagonista para toda la gama.
Veremos qué apuesta plantea Samsung con este nuevo dispositivo que a buen seguro será un heredero en toda regla de la tradición de este fabricante en su familia de dispositivos Galaxy S. No parece que tenga difícil cumplir con las expectativas, y es probable que ese nuevo representante esté en condiciones de defender las garantías de esa serie de dispositivos de alta gama durante los próximos meses… y años.
No os olvidéis: hoy tenemos cita con el Samsung Galaxy S8: puedes seguir la presentación en directo en Xataka a partir de las 17:00 hora peninsular española.