Al jactarse de su paso por la Casa Blanca, el presidente Barack Obama a menudo cita números como estos: 15 millones de nuevos puestos de trabajo, una tasa de desempleo de 4,9% y 74 meses consecutivos de crecimiento en el mercado laboral.
Pero hay un número que no menciona: más de 1.030 asientos.
Ese es el número de lugares en las legislaturas estatales, gobernaciones y el Congreso que perdieron los demócratas durante la presidencia de Obama.
Es una estadística que revela un giro inesperado de los años de Obama: el liderazgo del que una vez organizador comunitario y campeón de la política de bases, fue duro con las bases de su propio partido. Cuando salga de la Casa Blanca, dejará atrás a un Partido Demócrata que languideció bajo su sombra durante años y se está buscando a sí mismo.
“Lo que sucedió en el terreno es que los votantes han estado castigando a los demócratas durante ocho años sólidos, ha sido agotador”, dijo el senador estatal de South Carolina, Vincent Sheheen, quien perdió dos campañas para gobernador frente a Nikki Haley, elegido por el presidente electo Donald Trump como embajador en la ONU.
Cuando Obama ganó la presidencia, su elección fue anunciada como presagio de un dominio demócrata: la caída de la ola conservadora que había arrasado con el país desde los albores de la era Reagan.
Los demócratas creían que la coalición de jóvenes, minorías y mujeres que llevaron a Obama a la Casa Blanca daría paso a algo nuevo: una mayoría demócrata ascendente que garantizaría las victorias del partido durante las próximas décadas.
Pero resultó que la coalición, fue solo de Obama.
Después de las elecciones de este año, los demócratas ocupan la oficina del gobernador y ambas cámaras legislativas en sólo cinco estados costeros: Oregón, California, Connecticut, Rhode Island y Delaware. Los republicanos tienen 25, dándoles el control de una amplia franja de la mitad del país.
Las derrotas prácticamente acabaron con una generación de jóvenes demócratas, dejando al partido con poder limitado en los congresos estatales y delgadas filas para desafiar a una mayoría republicana ascendente y deseosa de deshacer muchas de las políticas de Obama.
Sin duda, el partido del presidente casi siempre pierde escaños en las elecciones intermedias. Pero, dicen los expertos, el mandato de Obama vio el mayor número de pérdidas bajo cualquier mandatario en décadas.