SAN SALVADOR, El Salvador. Salvador Sánchez Cerén, nuevo presidente de El Salvador, es hombre de lucha y sacrificio.
Sánchez Cerén fue maestro rural y defendió en las calles el gremio de educadores.
Pero la parte más intrigante de su lucha fue al incorporarse a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, entidad que ahora lo lleva a la Presidencia.
En el fragor de la lucha armada se convirtió en uno de los cinco comandantes que dirigieron la guerrilla y luego la negociaciones en que firmaron el acuerdo de paz.
El hombre que trató con las armas en las manos de llevar el FMLN al poder lo ha logrado en las urnas en tiempos de paz.
Pero la historia electoral de victorias presidenciales del FMLN inició en el 2009, cuando ganaron las elecciones con el experiodista Mauricio Funes, definido como un hombre de “izquierda light”, que nunca fue guerrillero.
Sánchez Cerén, comandante Leonel González, tiene como referencia al presidente uruguayo, José Mujica, quien también fue un ex guerrillero que luego ganó el poder por la vía electoral.
El nuevo presidente salvadoreño es definido por muchos como un purasangre” que nunca abandonó sus ideales revolucionarios y que promete un país con igualdad, con un gobierno que esté al servicio de los más pobres.
“Mujica es un ejemplo de presidente a seguir porque trabaja en dos ejes: el desarrollo y la inversión social”, respondió cuando periodistas le preguntaron si buscaría seguir el ejemplo del extinto presidente venezolano Hugo Chávez.
La derecha salvadoreña ha insistido que Sánchez Cerén y el Frente representan los intereses del gobierno de Venezuela y quieren implementar en El Salvador el socialismo del siglo XXI del que habló Chávez. Pero les responde que “El Salvador no es, ni puede ser Venezuela”.
“Él guarda los principios revolucionarios, es un purasangre, que nació con el partido, pero que no está anclado en el pasado”, dijo a The Associated Press, Miguel Montenegro, de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, recientemente.