Comenzó a dar sus primeros pasos en la sastrería en 1998 y actualmente es el propietario de un negocio del ramo
Daniel Melo está acostumbrado a dar puntadas sobre telas desde el año 1998. Se ha consagrado en la alta costura, confeccionando trajes y otras prendas para damas y caballeros y vive en constante evolución.
Sigue muy de cerca el trayecto por el que camina la moda y procura estar siempre a tono con una clientela cada vez más exigente. “Una tía que tengo estaba casada con un sastre; un día me pidió y sugirió que me involucrara en el aprendizaje del oficio”, rememora Daniel, haciendo referencia a lo ocurrido hace 22 años.
El diálogo con elCaribe se da a media mañana, precisamente en una hora de alta producción en el taller que regentea el emprendedor. Está ubicado en la calle Josefa Brea número 253, Ensanche Luperón 10406, Distrito Nacional.
En ese local cada día se cortan telas de uno y de otro color y grosor…. Pedazos que una vez se unen, terminan siendo verdaderas obras de arte, expresadas en una fina chacabana, un pantalón o un traje completo.
“He ido aprendiendo y haciendo algunas cosas con el tiempo”, dice Daniel. “Cuando me dieron la oportunidad, comencé comprando materiales, fui desarrollándome y entre 2004 y 2006 el esposo de mi tía decidió mudarse, irse para Herrera. Fue ahí cuando habló conmigo y me preguntó si yo quería quedarme con el negocio, a lo que respondí que sí y que no había problema”, sigue explicando Daniel Melo. Es suelto en la palabra y se le nota.
Lo que ha hecho Daniel es similar a cuando se va subiendo uno y otro peldaño de la escalera. “Cuando me quedé con el taller, ya tenía experiencia en alteraciones de ropa y un poco de manejo con los clientes, porque el propietario del negocio me había inducido a eso”, recuerda en la conversación.
Ha realizado algunos cursos de importancia en el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) y ha buscado capacitarse para la alta costura. Los clientes le han dado el visto bueno al trabajo que realiza, según asegura el sastre. “Siempre trabajo a la medida en la hechura o confección de los trajes, chacabanas, camisas o la pieza que sea”, indica. “El fuerte de este negocio hasta ahora mismo es eso. En eso me desempeño. Tengo una clientela fiel y he logrado hacer un nombre, por decirlo así, de manera individual, y me he mantenido gracias a Dios en ese ámbito de la alta costura”, agrega.
Para citas en el taller se le puede contactar a través de los teléfonos (809)924-8733 y en la oficina vía (809)687-5435. En las redes sociales, entre estas Instragram, se le puede conseguir como Daniel Melo, distribuidor de ropa.
Cuando tomó las riendas del taller, apenas había en él dos máquinas de coser y para colmo se producían muchos cortes energéticos en el Ensanche Luperón, por lo que tuvo que comenzar a inventar cosas para poder resolver. “Me inventé unos motorcitos con el inversor hasta que esto se estabilizó y fui comprando mis maquinarias. Gracias Dios tengo ya un equipo de máquinas que me permiten dar un servicio incluso a otros colegas que no tienen”, sostiene.
En lo que respecta a los clientes, ha logrado sumar una importante cantidad a los que ya tenía y para ello las plataformas virtuales han sido pieza clave. “La gente ve a uno y lo que uno hace, y a veces te hacen recomendaciones también. Eso ha sido bueno, positivo”, explica.
“Siempre procuro estar a la vanguardia de lo que se está usando y de la moda de ahora, que es la moda a la medida del ser humano, del cuerpo”, asegura.
Pero tú no eres el único sastre que hay en el mercado, le comenta el periódico elCaribe. ¿Por qué debe el cliente elegirte a ti y no a otro de los que realizan una actividad similar? le cuestiona.
Su respuesta es esta: “En el caso mío, lo primero que se lleva el cliente que me contacta es el buen manejo en la comunicación y posteriormente podrá ver que yo hago y entrego el producto que ofrezco y que entrego un producto con la calidad de la que hablo y que el cliente demanda”.
“Hemos conocido personas que ofertan una cosa y al final entregan otra. Pero el negocio nuestro se ha mantenido, gracias a Dios, porque con eso no jugamos. Aquí la gente tiene su garantía de cualquier cosa que pueda pasar”, expresa. En la actual coyuntura de crisis sanitaria los negocios han debido buscar alternativas para seguir el contacto con los clientes y consumidores. Daniel Melo es uno de ellos. “Tenemos aquí medidas de muchos clientes. Para tiempos como estos, si ellos necesitan algún traje o alguna alteración (arreglo) y no pueden venir, entonces buscamos la forma de ir donde ellos, porque lo importante es resolver y que el cliente quede satisfecho con el servicio”, argumenta.
En general, están los dos tipos de clientes; aquellos que con el respectivo cuidado van al taller, porque tienen urgencia en diseñar una pieza o mejorarla, y los que prefieren que Daniel los visite.