PEDRO GARCIA.-Lo que antes era una próspera y activa zona comercial, debido al permanente tránsito de vehículos y la presencia de visitantes, entre dominicanos y turistas extranjeros, se ha convertido de un tiempo a esta parte en literalmente “un cementerio”.
Pero es que la desastrosa situación en que está la carretera turística Luperón, que une a dos de las provincias más importantes del Cibao, Santiago y Puerto Plata, ha obligado a choferes y demás abandonarla por completo en los últimos tiempos.
Son escasas las personas que utilizan esta vía para trasladarse a Puerto Plata o llegar a Santiago, lo que ha llevado a la ruina a los comerciantes establecidos en las distintas comunidades localizadas a todo lo largo y ancho de la misma.
Es penoso el caso ya que muchos establecimientos han debido de desaparecer dejando sin el sustento a propietarios y empleados, y esto ha profundizado el hambre y la pobreza, denuncian comunitarios.
Chicha Susaña es una de las que se queja. En su pequeño comercio ella se ganaba “el moro” de los suyos. Sin embargo, en los últimos meses ha prácticamente visto desaparecer el mismo por la falta de clientes.
La situación es corroborada por el dirigente comunitario Miguel Diaz, quien dice que la zona debe declararse “en estado de emergencia” ya que la crisis que se siente “es profunda y grave”.
Apenas algunos osados choferes de “voladoras”, guaguas públicas, son los que se arriesgan a circular por la carretera Luperón, lo que deben hacer con extremo cuidado como si transitaran “por el filo de una navaja”, aseguran comunitarios.
Esta carretera presenta deslizamientos continuos y hay algunos tramos donde el tránsito esta casi al interrumpirse debido a que es un estrecho camino lo que queda en esos puntos.
José Rafael Reyes es uno de estos choferes que hacen la ruta por la vía. “Tenemos que hacerlo porque no hay de otra. La gente necesita el servicio de transporte y nosotros debemos de trabajar”, dice resignado.
700 MILLONES
El gobierno del presidente Danilo Medina incluyó en el Presupuesto General de la Nación para este 2015, 700 millones de pesos para destinarlos a la reconstrucción de la carretera turística.
Esto mantiene un poco tranquilos a los comerciantes, choferes y demás ya que esperan que, en cualquier momento, se inicien los trabajos. Son pacientes, hasta ahora, porque apelan al refrán de que “con paciencia y calma, se subió el burro a una palma”.
Pero esta actitud no la mantendrán por toda la vida por lo que advierten que esperan que dentro de un tiempo prudente se comience con la reparación de la vía porque su situación es desesperante y solo cuando la carretera esté en buenas condiciones retornará la tranquilidad en la zona.