El hospital de Médicos sin Fronteras en Kunduz, en el que se encontraban cerca de 200 personas, fue parcialmente destruido en un bombardeo ejecutado por el ejército estadounidense el 3 de octubre. Entre las víctimas del bombardeo había niños que fallecieron quemados vivos. El presidente estadounidense Barack Obama pidió disculpas públicas luego de lo sucedido.
Entre los implicados figura un general mayor, personal de la Fuerza Aérea y miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército. Ninguno de los 16 militares fue juzgado por un tribunal militar, pero un oficial fue suspendido y retirado de Afganistán. Siete de ellos recibieron sanciones administrativas, seis deberán someterse a consejería y dos fueron enviados a cursos de recapacitación.
John Campbell, el general del Ejército de los Estados Unidos que comanda las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, fue quien lideró las investigaciones que culminaron con un informe de 3.000 páginas. Una versión resumida se hará pública este viernes 29 de abril.