Nunca la conocí en persona, sin embargo siento que la conozco como que fuera mi mejor amiga. Su nombre era Debbie Flores Narváez, una joven bailarina puertorriqueña quien fue trágicamente asesinada por el amor de su vida en Las Vegas, Nevada.
A todas las mujeres nos ha pasado: enamorarnos del hombre equivocado. Se vale cometer errores, pero también se vale proteger nuestras vidas y saber cuándo decir “no más” y terminar una relación antes de que sea demasiado tarde o irremediable, como cuando nos encontramos cara a cara con la muerte.
Les cuento la historia de Debbie porque esta chica estaba literalmente durmiendo, conviviendo y enamorada de un asesino. Si, su novio no solo la mató sino que también la descuartizó después de una fuerte discusión por un episodio de celos.
Cuando nos enamoramos, pareciera que nos taparan los ojos con un pañuelo. Claro, que lindo es eso ¿no? El dejar a un lado los tapujos, y dejarnos llevar por el amor con los ojos cerrados sin pensar en que existe el resto del mundo. Sin embargo, no podemos hacernos los ciegos, sordos o mudos ante las señales de violencia doméstica. Mi amiga Debbie, abogada y bailarina, había visto las señales de agresividad de su novio, y aún así siguió con su noviazgo esperando que ese hombre cambiara, y nunca lo hizo.
Entiendo completamente lo difícil que es terminar una relación amorosa con alguien que queremos, pero a veces nos toca pensar en nosotras y en nuestro bienestar físico y emocional primero. Nos quejamos una y otra vez de la falta de amor de los demás hacia nosotros, y nunca nos ponemos a pensar en algo clave ¿qué tanto nos queremos a nosotros mismos?
Es imposible pedir y mucho menos esperar el respeto de los demás, si muy adentro, no nos valoramos por quienes somos y lo mucho que tenemos que ofrecer a los demás. Como mujer, me ha tocado alejarme de relaciones que de una forma u otra eran dañinas. Aunque duele, hay que hacerlo.
Las estadísticas de violencia doméstica son muy altas. Cada nueve segundos, una mujer en los Estados Unidos es abusada por su pareja. Si nosotras, como amigas, hermanas, madres, compañeras, no hacemos nada para parar este ciclo, nadie lo hará por nosotras.
Hace pocos días, un amigo en Facebook me reclamó y me dijo: “Carolina, nunca hablas de los hombres” pues amigo, aquí te va.
La violencia doméstica no conoce género, ni clase social. Mientras lees estas palabras, también habrán miles de hombres siendo víctimas de la violencia en sus casas. Hombres que por orgullo, y por no perder su ‘masculinidad’ no denuncian, ni terminan una relación que les está haciendo daño. El mensaje es para todos, hombres, mujeres y especialmente adolescentes que apenas están comenzando sus vidas.
Como periodista, he tenido que cubrir muchos de estos casos. El de Debbie Flores Narváez me impactó tanto que decidí escribir mi primer libro basado en su historia, Dancing on Her Grave. The Murder of a Las Vegas Showgirl.
Creo firmemente que todos llegamos a este mundo a dejar una huella. La huella que dejó esta joven este mundo fue poderosa: saber cuando alejarse de la persona equivocada. En paz descanses, Debbie, mi amiga.
¿Y tú? ¿Qué piensas de la violencia doméstica?