Incrédula ante la noticia decidió no comunicarle nada a sus hijas y dirigió su camino hacia el lugar del accidente de auto en el que su marido por casi 14 años, había perdido la vida en el acto. No quiso reaccionar ante sus pequeñas.
Según la locutora de la emisora Radio Redentor, su esposo se durmió mientras conducía al ingerir unos medicamentos. Laura no llegó al lugar del accidente, porque detuvo el auto a menos de 400 metros de distancia.
Allí permaneció por más de una hora, encerrada en el auto con sus hijas, mientras su vida se derrumbaba en silencio. Contestó algunas llamadas y no fue hasta que llegó un pastor al lugar que les comunicó la tragedia a sus nenas. Su matrimonio y el mundo de felicidad que había construido con su familia se desvaneció.
Enterró cuatro días después a su compañero de vida, al hombre que describe como perfecto para ella, y al llegar a la casa se desplomó a llorar al igual que sus hijas. No tenía norte; simplemente estaba devastada.
No se echó a morir
De rodillas en el pasillo de su casa, sin fuerzas para caminar, miró que cada una de sus hijas lloraba desconsolada en sus respectivas habitaciones. Reflexionó por espacio de unos minutos y se dijo a sí misma: “Así no quiero vivir”.
“Estábamos en la casa y yo salgo al pasillo y cuando miro a la derecha encuentro a Paula tirada en la cama llorando, tenía siete años, y veo el otro cuatro y Laura, de diez años, lloraba desconsoladamente. Cuando me vi en medio del pasillo y mis dos hijas llorando, me dije que así no quería vivir. Esta no es la vida que nos merecemos. Fui donde las niñas y les dije: ‘Nosotras vamos a llorar, pero lo vamos a hacer de camino a la escuela. Lloramos de camino al trabajo y lloramos mientras seguimos viviendo. No nos vamos a quedar en el piso llorando. Nosotras vamos a estar bien’.
“Fue esa determinación la que me hizo poner de pie y no afectar a mis niñas que son líderes y estudiantes excelentes. No quería que se vieran castradas porque mami se quedó tirada llorando”, narró la locutora que durante su matrimonio dependía bastante de su esposo en cuanto a toma de decisiones.
“Nosotros éramos una sola carne, como dice la Biblia. Esto sin ayuda espiritual, psicológica, no se puede llevar. Hoy, a dos años de su muerte, te puedo decir que he tenido un duelo sano y Dios ha estado conmigo”, añadió Mercado sobre su adaptación a la ausencia.
Así las cosas, la locutora y sus hijas comenzaron a vivir el duelo desde una perspectiva saludable. Empezaron en cero. Todos los días, Laura -quien es una fiel creyente de Dios- agradece la vida de su media naranja, el hombre que ella entiende la complementó como mujer; el padre de sus hijas y para quien siempre tendrá palabras de elogio en medio del dolor que experimenta.
Como Laura hay cientos de mujeres que se enfrentan repentinamente a la muerte de su esposo. Muchas sienten que es el fin de la vida. Otras no tienen idea de cómo echar hacia adelante y retomar el diario ante la ausencia. Algunas culminan en una depresión severa al no aceptar la muerte.
Entender la muerte
De acuerdo a la tanatóloga Edu Emilia Sáez, cada persona vive el duelo de manera personal.
La muerte es inevitable y ese es el primer hecho que le toca enfrentar a quien pierde un ser querido. El duelo que asuma cada persona va a depender del tipo de muerte que tuvo el ser querido, explicó la profesional que imparte terapia y consejería sobre el proceso de la muerte y su significado.
“La muerte es inevitable, impredecible e irreversible. Es bien importante el tipo de muerte. Cuando tienes un duelo anticipado es distinto a enfrentarse a una muerte inesperada, asesinato, infarto del corazón, accidentes… Hay que trabajar inmediatamente con la expresión de emociones y aceptar la pérdida desde el punto de vista mental y racional”, precisó la tanatóloga certificada.
La consejera profesional mencionó que al ser humano le cuesta mucho enfrentar la muerte “porque vivimos como si nunca fuéramos a morir”. Ante esa filosofía es que algunas viudas se tiran a morir cuando pierden a su amado. De acuerdo a la tanatóloga, a las mujeres que se les hace más difícil llevar un duelo saludable son las de mayor edad, ya que llevan más tiempo con la persona y no se ajustan al nuevo rol.
“Para llevar un duelo saludable hay que realizar unas tareas. La primera es aceptar la muerte, la segunda es expresar los sentimientos y adaptarse a la ausencia de esa persona. Hay duelos normales y saludables, y otros muy complicados.
“La adaptación de la ausencia es lo más fuerte porque implica ajustes internos y externos, y en el caso de la viuda ella asume un nuevo rol. Te dicen y ahora qué voy a hacer con mis hijos. Algunas llevan una relación codependiente y eso agrava el proceso del duelo”, detalló la consejera que aclaró que toda persona puede llevar el roceso de la partida de una manera saludable siempre que busque ayuda.
En esa misma línea enfatizó que el “duelo hay que llevarlo, llorarlo, vivirlo y expresarlo, y no permitir que sea demasiado prolongado porque pueden caer en una depresión”.