Dicen por allí: “Tropezar no es malo, encariñarse con la piedra sí”.
Es decir, todos cometemos errores, eso es evidente, lo que está mal es que los cometamos una y otra vez. Algunos duelen más que otros, algunos nos enseñan más que otros, algunos nos cuestan más que otros; pero lo verdaderamente relevante es que aprendamos de ellos, que sean una experiencia que nos mejore la vida.
Más adelante cometeremos otros errores, pero al menos no serán los mismos, es decir, tropezaremos con otras piedras que nos dejarán otras enseñanzas.
Entiende que errar es de humanos: A los seres humanos nos da vergüenza equivocarnos. ¿Quién dijo que no teníamos derecho a equivocarnos? ¿Quién dijo que teníamos que ser perfectos? Asumamos entonces que eso es parte de nuestra naturaleza humana y no seamos tan duras con nosotras mismas.
Analiza el error y asegúrate de no repetirlo: Con cabeza fría, analízalo, disecciónalo, reconoce tu responsabilidad individual. Separa lo que hiciste bien de lo que hiciste mal. Aprende tanto como puedas de ellos, y ya con esa experiencia no permitas que vuelvan a suceder.
Reconoce tus debilidades y mejóralas: Los errores sirven también para detectar esos aspectos de nuestra vida que necesitan algo de trabajo para mejorarlos. Enfócate en las facetas que necesitan más atención y esfuerzo en tu vida.
Úsalos como motivación e inspiración: Puede que en el momento no lo veas así, pero ese error puede ser lo que necesitabas en tu vida para avanzar y convertirte en un mejor ser humano. Así que siéntete agradecida, porque gracias a que ocurrió tú aprendiste una lección importante en la vida.