SANTIAGO.-La Universidad Tecnológica de Santiago, el Centro de Servicios Especializados y la Fundación Silverdio Delmonte realizaron el simposio “Salud integral e integrada en la tercera edad”.
Además, la Facultad de Ciencias de la Salud y la Carrera de Enfermerías, jugaron un papel preponderante en la planificación de la actividad que se sustentó en el lema “Construyendo el camino para una vejez con calidad”.
Los temas que nutren el evento científico fueron “Situación actual del envejeciente en República Dominicana”, “Envejecimiento poblacional y calidad de vida”, “Alimentación y nutrición en la tercera edad” y “Atención integral e integrada en la tercera edad”.
También se abordaron “Integración Social en la tercera edad”, “Ética del cuidado y humanización en la tercera edad”, “Trastornos degenerativos cerebrales en la tercera edad” y “Salud sexual en la tercera edad”.
*Prepararse para la vejez
La licenciada Regina Silverio Delmonte, del cuerpo expertos de expositores y expositoras, estableció que “saber envejecer es una obra maestra de la sabiduría, la parte más difícil del gran arte de vivir”, como planteó Henri Frederick.
Y agregó “esto no lo asimilamos, hasta que transcurrimos en esa etapa de la vida, donde en realidad nos sentimos más débiles, más frágiles, más incómodos. Más sensibles; y como dicen nuestros hijos más rabiosos, peliones y raros”.
“Es por ello, -precisa Silverio Delmonte- que en esos tiempos demandamos una dosis más alta de ternura, cariño. Amor y comprensión”.
“Pensando en los cambios que se producen en los envejecientes y en la necesidad de ofrecerles una atención especial humanizada, UTESA, CEDESE y Fundación Silverdio Delmonte, decidieron celebrar este simposium, donde trazamos las pautas para orientar a la población en el comportamiento a seguir en la atención humanizada a los envejecientes padres, abuelos, hermanos, amigos, vecinos y por qué no, a aquellos desconocidos que un día nos insultaron y nos maltrataron”, puntualizó la profesional.
Y adicionó “esa es la razón por la que estamos aquí, para abrir un espacio de análisis ante la indiferencia y el maltrato que reciben los envejecientes; un espacio donde ustedes pueden encontrar suficiente amor para repartir, suficiente ternura para compartir y suficiente paciencia para soportar”.
“De igual modo, suficiente esperanza para dispersar y suficiente dolor para mantenerse con un corazón humano para enfrentar la tristeza, el sufrimiento y la soledad de los envejecientes pobres, aquellos que no tienen familia, los que deambulan por las calles recogiendo botellas y rebuscando restrojos en los basureros y zafacones”, argumentó Silverio Delmonte.
A su juicio, despertar las fibras de la sensibilidad cuando se observar a viejos pidiendo limosnas en puertas de las iglesias y lo peor aquellos que bajo los puentes amanecen tendidos sobre una yagua o un saco, porque no tienen donde dormir.
“Por todos ellos alcemos hoy una voz para que nuestro padre Dios escuche desde lo alto nuestras peticiones de amor a los envejecientes y derrame sobre nosotros bendiciones abundantes para trabajar con ellos, que son nuestro prójimo”, exclamó.
Y sentenció “hagamos un compromiso con los envejecientes de ahora y los por venir; porque todos los aquí presentes tarde o temprano seremos un envejeciente más.