Por VICTOR MARTINEZ
Hay verdades que no se dicen y mentiras que se promueven como si fueran verdades y que han convertido a muchos en patriotas y otros que hasta han vivido muy bien porque se creyó que realmente fueron héroes de la Revolución.
Aquí nunca se ha difundido que el coronel Francisco Alberto Caamaño fue uno de los 17 altos oficiales de la Fuerzas Armadas y la Policía que firmaron el manifiesto de golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963. Esa es la versión del general retirado de la Fuerza Aérea Dominicana, Marcos Jiménez, quien tuvo la misión de ametrallar el Palacio Nacional, el puente Duarte y la antena de Radio de Televisión Dominicana para tratar de someter a los constitucionalistas, quienes buscaban que se devolviera la Presidencia al profesor Juan Bosch.
“En el Palacio estaba el presidente Rafael Molina Ureña, que había sido presidente de la Cámara de Diputados y que pasó a ocupar la Presidencia de la República tras la destitución del gobierno del triunvirato que encabezaba Donald Reid Cabral”, dice.
“Pero cuando comenzaron los ametrallamientos y se dispararon algunos cohetes se armó el “desparpajo” –huidero-, casi todos huyeron y se asilaron en distintas embajadas. Por ejemplo Molina Ureña se metió en la Embajada de Colombia; Peña Gómez, que había hecho el llamado a las calles, huyó y se asiló en la Embajada de México; Caamaño a la de El Salvador y Hernando Ramírez fue a parar a la embajada de Colombia”, narra Jiménez detalladamente a El Nacional.
Añade: “Aquí no hubo la mencionada gran batalla del puente Duarte que algunos constitucionalistas e izquierdistas quieren presentar como uno de los hechos más relevantes de la Revolución de Abril de 1965. Ahí hubo algunos muertos con el ametrallamiento que hicimos, pero no un genocidio como en algún momento se ha querido presentar, es más la mayoría de los disparos que hacíamos eran al río Ozama para persuadir a los constitucionalistas y a un grupo de civiles que se habían concentrado en el lugar el 24 de abril”, dice el general Jiménez.
DESTIERRO DE BOSCH
Con gesto firme y sin titubeo, el antiguo piloto, enjuicia el papel del coronel Francisco Alberto Caamaño, de quien dice no solo firmó el documento contra el golpe a Bosch “sino que le correspondió a él junto al general Antonio Imbert Barreras trasladar al destierro al destituido mandatario”.
Para este veterano de 81 años de edad, fue el propio Bosch, quien se dió el golpe de Estado, cuando le dijo a secretario de las Fuerzas Armadas, mayor general Víctor Elby Viña Román que si no podía cancelar un coronelito -refiriéndose a Wessin y Wessin-, mejor renunciaba de la Presidencia.
Afirma que el presidente mandó a buscar a Fabio Herrera Cabral, que era director de prensa de la Presidencia para que leyera un decreto anunciando la cancelación de Wessin, pero este le aconsejó que a oficiales de ese nivel y en esas circunstancias no se le cancelaba, sino que se mandaba como agregado militar a una embajada. Pero Bosch no quiso hacer caso.
“Estas palabras de Bosch fueron filtradas de inmediato entre todos los mandos militares y ahí mismo arrancó la conspiración. Viña Román, que era el jefe las Fuerzas Armadas llamó al general Atila Luna, jefe de la Fuerza Aérea para informarle que Bosch quería cancelar a Wessin, que en ese momento era el director del Centro de Enseñanza de la Fuerza Aérea (CEFA). Pero Atila Luna le dijo a Viña Román que no cancelaría a Wessin y Wessin que el que se podría ir de la Presidencia era el presidente Bosch.
Bosch también había mandado a sacar de la formación ideólogica de la Fuerza Aérea a los coroneles Wessin y Wessin, Rolando Haché y al padre Marcial Silva, quienes se ocupaban de la formación de los cadetes y alistados que aspiraban a ser miembros de los cuerpos castrenses y la Policía, esto creó mucho problemas”, sostuvo.
Una milicia
Bosch había sido llevado por el jefe de la Fuerza Aérea, Atila Luna y el ministro de las Fuerzas Armadas a visitar a San Isidro y ahí el Presidente hizo unos comentarios desagradables sobre los armamentos y los tanques, señalando que debían ser convertidoS en herramientas para labrar la tierra. “Esto no le gustó a los militares, que escuchaban los rumores de que Bosch era comunista y que había nombrado un grupo de funcionarios que venían de la izquierda revolucionaria”.
“Pero algo que nunca se publicó fue un supuesto cargamento de armas que había sido traída al país por Bosch para formar una milicia para sustituir a los militares. Bosch se molestó muchísimo cuando se le habló de esto porque no tenía conocimiento de nada eso, parece que un chisme que se difundió entre los militares.
Además no se sabe porque el presidente Bosch no hizo cambios en los mandos militares, eso nunca se explicó”, dijo el general Jiménez.
Rebelión en la Policía
Dijo que meses después del derrocamiento de Bosch y que Reid Cabral asumiera como presidente del gobierno del triunvirato comenzaron las rebatiñas internas entre los militares y policías.
“En la Policía ya había una rebelión encabezada por los coroneles José de Jesús Morillo López y Francisco Alberto Caamaño, quienes acusaban la jefatura de Belisario Peguero como corrupta. En esas circunstancias iban a cancelar a Morillo López y a Caamaño porque cayeron en desgracia con Belisario Peguero, pero Wessin que ya era general y era rival del jefe de la Policía no lo permitió.
Pidió que le mandaran a Caamaño para la Fuerza Aérea y Morillo López como inspector general del CEFA. Caamaño ya era muy conocido por todas partes porque había sido jefe de los cascos blanco e hijo del general trujillista Fausto Caamaño, de esa manera se salvaron de la cancelación Morillo López y Caamaño”, explicó.
Los pilotos
Añade que “recuerdo que como 8 días antes del 24 de abril de 1965 visité al entonces coronel Wessin y Wessin a donde vivía que era en el kilómetro 7 y medio de la Carretera Mella y lo encontré malhumorado, enojado, estaba que chipiaba.
Eramos concuñados, estábamos casados con dos hermanas- Había llegado de conversar con el presidente Reid Cabral, a quien le había entregado un informe de seguridad que daba cuenta de una conspiración entre los militares, pero Donald no le hizo mucho caso.
Y lo que hizo fue mandar a buscar al jefe del Ejército, Marcos Rivera Cuesta. En ese momento Wessin le entregó sus insignias a Donald, pero este se las volvió a colocar. Y Wessin y Wessin tenía razón éramos 15 oficiales jóvenes de la Fuerza Aérea.
Yo quedé en ese grupo por casualidad porque me invitaron a una reunión en el club de oficiales pero sabía para que era. El grupo lo encabezaba Miguel Angel Hernando Ramírez, pero el líder del movimiento era el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, quien estaba por Chile, pero desde allá daba seguimiento a los trabajos.
Narra que la guerra del 1965 estalla por un desacuerdo entre los militares de San Isidro, básicamente enfrentamiento entre los de las Fuerza Aérea y el Centro de Enseñanza de la esta institución (CEFA), que dirigía el entonces coronel Wessin y Wessin.
Dijo que un grupo de oficiales pilotos jóvenes buscaban la destitución del triunvirato, no por estar en contra de Donald Reid Cabral, sino que querían que se volviera a la constitucionalidad del año 1963, y que se retornara al poder al profesor Juan Bosch.
“Ese grupo, como de 15 pilotos más o menos, entre los que estaba yo mismo, convocaron a una reunión en el Club de la Fuerza Aérea, pero sin la presencia del estado mayor de la institución, solo con el jefe Juan de los Santos Céspedes (Pimpo).
Ahí le plantearon su posición y le dijeron había que bombardear al CEFA y a Wessin y Wessin para lograr sacar a Donald, pero Pimpo de los Santos se opuso y le dijo que las cosas no eran así. Yo intenté salir de ahí para avisarle a Wessin, pero se lo mandé decir porque si salgo hasta me matan. Wessin me mandó a buscar, pero no había forma de salir y que no me descubrieran”, dijo.
En ese interín los pilotos arrestaron al general Pimpo de los Santos y le dijeron: usted aquí no puede tomar decisiones porque el que manda aquí es Wessin, Pimpo se enojó mucho con eso y entonces ellos le dijeron bueno si es usted que manda ordene que traigan dos tanques y lo pongan frente a su despacho.
El mandó a un oficial que le trajeran los dos tanques y lo pusieran frente a su despacho, pero pasaron más de media hora y los tanques nunca aparecieron, ahí mismo términó la reunión y cada quien cogió por su lado.
“Cuando todo se descubrió desde San Isidro se promovieron tres reuniones con la gente que se oponía a Donald. Para ellos se sacó una comisión integrada por los coroneles Percival Peña y Enrique Pérez y Pérez, pero los sublevados nunca asistieron”, aseguró.
Añade que “se programaron reuniones en San Souci, Haina y en Villa Mella y a ninguna asistieron los que luchaban por la vuelta a la constitucionalidad”. Pero cuando el 27 de Abril de 1965 comenzaron el bombardeo del puente y de Palacio entonces se armó el corre y corre, señala.
Unas mentiras
Jiménez niega que en el puente Duarte se haya producido la madre de todas las batallas el 27 de abril del 65, como se ha vendido históricamente, ni mucho menos que los constitucionalistas hayan impedido la entrada de los tanques al centro de la ciudad.
Tampoco es cierto que haya habido un desembarco de 42 mil marines de los Estados Unidos, “aquí vinieron tal vez dos o tres mil militares de EEUU.